domingo, 22 de enero de 2017

Peter Stubbe, su proceso y su muerte

Uno de los documentos más curiosos que se conocen en relación con los delitos cometidos por un hombre-lobo, es el referente al proceso de Peter Stubbe, autor de muchos crímenes, según la creencia judicial y popular, siempre en forma de lobo.

Poseemos un antiguo folleto, muy notable e instructivo, describiendo el caso de Peter Stubbe, que fue ejecutado en 1590, en Bedbur, cerca de Colonia. El proceso ganó enorme atención y no hay la menor duda de que tuvieron lugar los crímenes reseñados. Aquí tenemos un dramático caso de estudio de un ofensor sexual y sus ofensas en el siglo XVI, de una región aterrorizada por su presencia. El documento es como sigue:

Discurso verdadero declarando la vida condenable y la muerte de un tal Peter Stubbe, un terrible y malvado hechicero, que bajo la forma de lobo cometió muchos asesinatos, continuando esta doble práctica durante 25 años, matando y devorando hombres, mujeres y niños.

El cual, por tales hechos fue apresado y ejecutado el 31 de octubre pasado en la Torre de Bedbur, cerca de la Ciudad de Colonia, en Alemania.

Fielmente traducido al holandés, según la copia impresa en Collin, llevada a Inglaterra por George Bores, correo ordinario, el sexto día del presente mes de junio de 1590, que lo vio y oyó todo.

Impreso por Edward Venge, para ser vendido en la calle de la Flota, con el signo de la Viña.

Un verdadero discurso declarando la vida y muerte de un tal Peter Stubbe, un malvado hechicero.
«Aquellos a quienes el Señor permite seguir la imaginación de sus corazones, despreciando su gracia, al final, a través de la dureza de su corazón y el desprecio de clemencia paternal, penetran en el sendero de la perdición y la destrucción del cuerpo y el alma para siempre, como en esta presente historia puede verse perfectamente, junto con las crueldades cometidas, que continuaron durante largo tiempo, todo lo cual puede inducir a dudar de que todo esto pueda ser verdad, y sí sólo falsedades impresas, como tantas que han llevado la incredulidad al corazón de los hombres, tanto más cuanto que hoy día muchos sucesos son falsificados. Al leer esta historia, podrá, según espero, reformarse la opinión, porque se publica a modo de ejemplo, y para la consideración de la sutileza con que Satanás trabaja para la destrucción de las almas, y las grandes materias que se fectúan en las malditas prácticas de la hechicería, cuyos frutos son la muerte y la eterna destrucción y, sin embargo, se han practicado en todos los tiempos por los réprobos y malvados de la Tierra, algunos de una forma, otros de otra, y siempre con la ayuda del Demonio. Pero todos los malvados que han sido, ninguno es comparable con ese perverso, cuya tiranía y crueldad declaró procedían de su padre «el Demonio», que fue asesinado desde el principio y cuya muerte y vida y sus prácticas sangrientas conocerá al leer este relato.
En las ciudades de Cperadt y Bedbur, cerda de Colonia, en la alta Alemania, se crió y nutrió un tal Peter Stubbe, que desde su juventud se sintió de gran manera tentado al mal, y practicó las malas artes entre los 12 y los 20 años, siguiendo así hasta hoy, sumergiéndose en los conocimientos de la magia, la nigromancia, la hechicería, y trabando conocimiento con numerosos espíritus infernales, olvidándose de que Dios le creó, y que el Salvador vertió su sangre por la redención de los hombres. Al final, sin importarle la salvación de su cuerpo y de su alma, entregándolos para siempre al mal, por el pequeño placer carnal de la vida, para ser famoso e importante en la Tierra, sin cuidarse de perder el Cielo. El Demonio, que tiene siempre el oído puesto a escuchar las aclaraciones de los hombres malditos, le prometió concederle lo que su corazón anhelaba en esta mortal vida.
Sin embargo, este gran pecador no deseaba riquezas ni ascensos, ni menos se satisfacía su fantasía con ningún placer externo, sino que poseyendo un corazón tirano y una mentalidad cruel y sangrienta, sólo pidió poder, a su capricho, para actuar con su malicia sobre los hombres, mujeres y niños, en forma de animal salvaje, con la que poder vivir, sin peligro ni temor para su vida, siendo el ejecutor de toda empresa sangrienta, que estaba dispuesto a acometer. El Demonio, que comprendió que sería un instrumento adecuado para realizar todas las maldades posibles, un arma de destrucción, le entregó una faja que debía ponerse para transformarse en un voraz lobo, fuerte y poderoso, de ojos enormes y brillantes, que en la noche relucían como tizones encendidos, una boca ancha y profunda, con colmillos agudos y crueles, un cuerpo inmenso y aceradas garras. Y tan pronto como se quitase la faja, volvería a adoptar su verdadera forma humana, como si nunca hubiese cambiado. Peter Stubbe se mostró muy complacido, ya que la forma de lobo armonizaba con su fantasía y su naturaleza, inclinada a la sangre y a la crueldad, viéndose satisfecho con este don extraño y diabólico, ya que no podía acarrearle mal alguno, puesto que la faja podía ser escondida en cualquier sitio reducido.
Así pasó a la consumación de los más viles y repugnantes crímenes, ya que si alguna persona le enojaba, al momento ansiaba tomarse cumplida venganza, merodeando por la ciudad y sus alrededores en forma de lobo, no descansando hasta haber destrozado la garganta a su víctima y después desmembrarla. Gozaba tanto con la vista de la sangra, que comenzó a vagar de noche por los campos, ejecutando extremas crueldades. Y de día, iba por las calles de Colonia, Bedbur y Cperadt, ataviado como los demás, bien conocido de todos los habitantes, siendo a veces saludado por aquéllos cuyas amigas o hijas había asesinado, sin que nadie sospechase de él. En estas poblaciones vagaba arriba y abajo, espiando por si divisaba alguna doncella, esposa o hija, que agradase a sus ojos y encendiese la pasión en su corazón, tras lo cual acechaba la ocasión en que su presunta victima salía de la población, particularmente si lo hacía sola, echando a correr tras ella, y con toda crueldad la asesinaba; también a veces, merodeando por los campos y los bosques, veía a varias jóvenes juntas, jugando o descansando, y de repente, en su forma de lobo se abalanzaba entre ellas, y mientras las otras huían, él apresaba a una, y una vez realizada su lasciva hazaña, la asesinaba, y si le había hustado alguna de sus compañeras corría en su busca por todas partes, la separaba de las demás, pues tal era su velocidad y rapidez de movimientos, gracias a su forma de lobo, que podía vencer a cualquier sabueso de la región; y tanto practicó estas maldades que toda la provincia empezó a temerle, espantados de aquel lobo siniestro y ávido de sangre. Así continuó sus diabólicas y condenables hazañas durante unos cuantos años, asesinando a 13 jovencitas, y a 2 mujeres encinta, a las que abrió en canal para extraerles los fetos, comiéndose sus sangrantes y palpitantes corazones, que para él eran exquisitos bocados que amortiguaban su feroz apetito.
 Solía matar a menudo corderos y ovejas, como hacen los lobos auténticos, alimentándose con su sangre y la carce cruda, de forma que todos los que vivían en aquellos parajes le temían como a una alimaña.
Por aquel entonces estaba viviendo con una joven que era su hija, por la que sentía una pasión antinatural, cometiendo cruelmente incesto con ella, grave pecado, peor que el adulterio o la fornicación, aunque cualquiera de los tres conduce el alma al infierno, excepto con un buen arrepentimiento de corazón o por la clemencia de Dios. Esta hija la tuvo cuando no era malvado, siendo llamada Beil Stubbe, y cuya belleza y gracia eran tales que merecía las alabanzas de todo el mundo. Mas tal era la desordenada pasión del hombre-lobo y sus deseos lascivos hacia ella, que tuvieron un hijo, usándola como concubina; finalmente, también prodigó sus halagos a su propia hermana, frecuentando su compañia durante largo tiempo, de acuerdo con la maldad de su corazón. Además, durante un tiempo envió a buscar a una comadre, llamada Katherine Trompin, mujer de alta estatura y buen favor, muy querida por sus vecinos. Pero a Peter Stubbe no le satisfacía todo esto, ni siquiera la belleza de las mujeres, por lo que el Demonio le envió a un espíritu perverso en forma de mujer, tan bella de cara y de tipo, que más parecía un ser celestial que mortal, tanto su hermosura excedía a la de las demás mujeres; y con ella vivió Stubbe por espacio de 7 años, aunque al final demostró no ser más que una diablesa, que sólo acuciaba el delirio insano de Peter, quien cada día sentía más sed de sangre y apetito de carne humana.
Tenía también un hijo, procreado en la flor y en la fuerza de su edad, el primer fruto de su cuerpo, en quien puso su gozo, hasta que un día se llevó a dicho hijo a un bosque, y con el pretexto de las necesidades naturales, mietras el joven se adelantaba, él adoptó la forma de lobo y se abalanzó sobre su propio hijo, asesinándolo y comiéndose sus sesos, como el acto más monstruoso comentido jamás por hombre alguno.
Mucho tiempo continuó su villana existencia, a veces en disfraz de lobo, otras como hombre, ya en las poblaciones, ya en los bosques y espesuras, donde una vez llegó a encontrarse con dos hombres y una mujer, a quienes tuvo grandes deseos de asesinar, para lo cual, y como conociera a uno de ellos por el nombre, se ocultó entre unas matas y lo llamó en voz alta. El aludido tendió la vida alrededor y al no ver a nadie fue a investigar por entre los arbustos, abalanzándose entonces el hombre-lobo y asesinándolo en el acto. Transcurridos unos minutos, y como el hombre no volviera junto a sus acompañantes, el hombre restante internóse a su vez en la espesura con el fin de buscarlo, ocasión que ya acechaba el infame lobo para repetir su hazaña. Tampoco se libró la infeliz mujer, que al verse sola y desamparada en el bosque, echó a correr, mas el lobo logró alcanzarla y se precipitó sobre ella atacándola sexualmente. Lo cierto es que jamás se encontró rastro de esta desafortunada víctima, aunque sí los cuerpos mutilados y medio devorados de sus compañeros.
 Así vivió durante 25 años Peter Stubbe, sin que nadie sospechase que era el autor de tantas muertes y crueldades, durante cuyo tiempo asesinó y devoró a gran número de hombres, mujeres y niños, ovejas y corderos, además de cabras, y otra clase de ganado, ya que cuando carecía de víctimas humanas hacía presa de animales.
Los habitantes de Colonia y Bedbur empezaron a salir de sus casas armados a fin de poder repeler, en caso necesario, los ataques del lobo.
Pero he aquí que, en una ocasión, en la que hay que ver la mano de Dios, había en un prado varias niñas jugando, y de repente se presentó en medio del grupo el temible lobo, atenazando a una niña por el cuello con intenciones de desgarrarle la garganta, pero fue la voluntad de dios que el lobo no lograse asirla bien por el cuello del abriguito, armándose gran revuelo, durante el cual, un rebaño que allí pastaba, en su espanto, se precipitó ciegamente contra el lobo, con lo que las niñas consiguieron huir del monstruo.
 En todas las poblaciones de Alemania acosadas por el lobo comenzaron a elevarse plegarias a Dios con el fin de que las librase de aquella maldita plaga.
Todos los habitantes tenían grandes perros al acecho de la fiera, hasta que por fortuna lograron acorralarlo, de modo que viéndose perdido, el lobo arrojó lejos de sí la faja, apareciéndose en forma humana con un cayado, y yendo en dirección a la ciudad. Mas los hombres que seguían a los perros no se dejaron engañar y lo apresaron.
 Poco después fue llevado a la ciudad de Bedbur, pero temeroso del tormento, voluntariamente confesó todas sus maldades, cometidas en el espacio de 25 años, declarando asimismo que el Diablo habíale entregado la faja, que no fue hallada. Ya que el Diablo, habiendo logrado su propósito -la perdición de su aliado-, le dejó entregado a los horrores del tormento.
Tras haber estado preso cierto tiempo, los magistrados examinaron el caso excrupulosamente, señalando que su hija Bell Stubbe y su comadre Katherine Trompin eran accesorios a los crímenes cometidos, siendo condenados juntamente con Peter Stubbe el día 28 de octubre del año 1589. Peter Stubbe, como principal encartado y malhechor fue condenado a la rueda, siéndole quemada la carne con hierros candentes en diversas partes del cuerpo, tras lo cual debían ronpérsele las piernas y los brazos mediante hachas, separada la cabeza del cuerpo y reducidos los restos a ceniza.
Su hija y su comadre también debían ser reducidas a cenizas a la misma hora del mismo día. Y el 31 de aquel mes, sufrieron la muerte acordada, en la ciudad de Bedbur, en presencia de muchos pajes y príncipes de Alemania.»
Así, buen lector, te he hecho una relación del verdadero discurso de este hombre malvado Peter Stubbe, que deseo sirva de advertencia y escarmiento a todos los hechiceros y brujas, que ilegalmente siguen a sus imaginaciones diabólicas hasta la ruina y destrucción eterna de sus almas, por lo que ruego a Dios custodie a todos los hombres de bien, y a todos los corazones los proteja del mal. Amén.
Después de la ejecución, se instaló, como advertencia de los magistrados de la ciudad de Bedbur, un poste al que se ató el cadáver de Peter Stubbe, colgándose en lo alto la cabeza, y un dibujo en forma de lobo, como recuerdo de sus muchos crímenes, con 17 piezas de madera de un metro de largo, como representación de las 17 víctimas conocidas de ese hombre-lobo. Y, al mismo tiempo, se ordenó que allí debía erigirse un monumento en memoria de los asesinatos cometidos por:

Peter Stubbe, con la orden de su juicio.

Testigos de que esto es verdad: Tyse Artyhe, William Brewai; Adolf Staedt, Georges Bores y otros que han visto lo mismo.


Analicemos los hechos:


13 niñas, 2 mujeres y un hombre fueron asesinados, algunas de las niñas asaltadas sexualmente y mutiladas, en una pequeña comunidad, en el espacio de 25 años. El asesino (o asesinos) no fueron habidos.

Luego arrestaron a Peter Stubbe, que fue reconocido en un intento de asalto, siendo identificado después de un ataque frustrado, o por algún otro motivo. Stubbe, enfrentado con la seguridad del tormento que le hubiese obligado a confesar cualquier cosa, admitió su culpa y proporcionó detalles de sus crímenes, auténticos o imaginarios.

 La faja mágica que no fue hallada, naturalmente jamás existió. Ni tampoco se transformaba Stubbe en lobo ni había pactado con el Diablo. Tales ingredientes en las confesiones de los acusados, cuando la hechicería se añadía a la lista de sus presuntos crímenes, eran la moda de la época.

No es probable, aunque tampoco es imposible, que Stubbe cometiese los actos descritos de incesto con su hija y su hermana. El incesto también estaba de moda en las confesiones de los presuntos brujos o brujas. Estas modas retroceden a las más antiguas creencias de los pueblos primitivos, según las cuales el incesto confería poderes mágicos a los participantes (o sobre uno de ellos, o sobre el vástago del incesto).

Las brujas solían verse acusadas de practicar el incesto en las sabatinas, y la misma acusación se halla frecuentemente contra sectas herejes. Asimismo, era costumbre acusar a los «hechicheros» de todos los crímenes más ultrajantes, y el incesto era considerado a la sazón como la ofensa capital.

El panfleto se basa en parte en la confesión de Stubbe y en parte sobre otro conocimiento de sus crímenes. Sólo él pudo proporcionar la información  de que la mujer que fue «enteramente devorada», y cuyos restos no fueron encontrados, había sido atacada sexualmente.

Por otra parte, es imposible creer que la confesión se refiera a crímenes irreales -como ocurría a veces en confesiones arrancadas por la tortura-, ya que el conocimiento de los mismos se basa en la confesión. En una pequeña comunidad no sería posible admitir que se habían cometido 16 asesinatos sin que nadie echase en falta a las víctimas; y el relato establece que todo el distrito vivió durante largos años en un estado de gran ansiedad como consecuencia de la continua ola de crímenes.

Además, el ultraje a la comunidad es evidente en el extraño monumento erigido con la cabeza de Stubbe en lo alto, por consejo de los magistrados, así como su cuerpo atado al poste, lo que parece indicar que al fin y a la postre aunque fue condenado a ello, no fue incinerado.

Hemos de creer que la evidencia contra Stubbe fuese genuina, o sea que fue el verdadero criminal, y no un inocente la persona tan horriblemente torturada y ejecutada. Aparentemente, Stubbe era bien conocido en la comunidad antes de su arresto, debiendo presumirse que no fue simplemente acusado como lo eran muchos brujos y brujas de aquella época, debido sólo a algunas excentricidades, fealdad, o deformidad física.

También es de suponer que su hija y su esposa o amante fuesen sólo ejecutadas por la misma razón que lo fueron los familiares de otros brujos: para que no hubiera supervivientes que pudieran reclamar los bienes del brujo, los mismos que, de este modo, pasaban a poder de las autoridades, siempre ávidas de bienes y fortunas.

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