lunes, 31 de octubre de 2016

La historia y origen de Halloween

Orígenes


Lo que hoy conocemos como la Noche de Brujas o Halloween se celebraba hacen más de 3000 años por los Celtas, un pueblo guerrero que habitaba zonas de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia. Precisamente el 31 de octubre, los Celtas celebraban el fin de año con el Samhain, una fiesta pagana. Con la inmigración europea a los Estados Unidos, principalmente la de los irlandeses catolicos en 1846, llegó la tradición de Halloween al continente americano. Cuando se habla de Halloween o Día de las Brujas se piensa en disfraces, maquillaje, fiesta, dulces y niños; pero la tradición indica que su celebración no siempre fue festiva y alegre, y que los ritos que se practicaban durante la noche tenían un carácter purificador y religioso.


¿Quiénes eran los celtas?

Procedían originariamente de Asia y formaron el tronco, como miembro del pueblo indogermánico, que se estableció en el occidente de Europa, en el siglo XX a.C. ya habitaban el centro y norte de Europa. Para el año 1000 a.C. se extendieron por las Islas Británicas, norte de Francia, parte de Suiza y norte de Italia. Invadieron España en el siglo IX a.C. Su lengua era indoeuropea, de la cual se conservan escasos registros literarios.

Para el siglo IV a.C. fueron desplazados del centro y norte de Europa, a consecuencia de las llegadas de otros pueblos, los grupos germánicos.

Los días especialmente significativos para un pueblo dicen mucho de él. la fecha de el 1° de SAMONIS, que significa "reunión", y es el equivalente a nuestro 1° de noviembre, los celtas iniciaban el año. La llegada del cristianismo lo transformó en el día de Todos los Santos (y todos los Difuntos). SAMONIS se hizo samuin o SAMAIN en irlandés antiguo, y samhain [sâuñ] en el moderno.

Ese día, además, se celebraba el encuentro amoroso, a orillas de un río, de Morirîganî con Teutatis,

Para el folklore, Hallowe’en, recuerda que es, en el hemisferio norte, el comienzo del año oscuro. Los celtas, como otros pueblos antiguos, empezaban los ciclos temporales por la mitad oscura: el día terminaba con la caida del sol y la jornada siguiente tenía su inicio con la oscuridad de la noche, el año nuevo comenzaba en esta fecha con el principio del invierno (boreal).
el Dios de la Tribu, padre de los hombres y señor del mundo inferior. Ella era la diosa única céltica, en su aspecto de señora del mundo inferior y de la guerra, "la Reina de espectros". La versión de esa pareja para los irlandeses eran Morirían y Dagda; en las Galias (Francia) se llamaban Sucellos y Herecura; y en Hispania, Endovellicos y Ataicina. La cita amorosa tenía una consecuencia importante, pues la diosa le proporcionaba a su amado los secretos para salir victorioso en la próxima batalla mítica.

Un punto de vista interesante para tener en cuenta es que este festival se asociaba con el aire. Agua, fuego, tierra y aire no eran solo los elementos fundamentales de los griegos presocráticos, sino que como categorías de aprehensión de la realidad fueron de todos los indoeuropeos y también de muchas otras culturas.

Las otras festividades celtas eran: Ambiwolkà ("circumpurificacion"), hacia el primero de febrero, correspondía al agua. Belotenià ("fuego brillante"), que giraba en torno de los fuegos de primavera, el 1° de mayo, una fiesta aún celebrada el siglo pasado por los campesinos de Europa como la fiesta de los Mayos y hoy curiosamente reciclada en el día del Trabajo. Lugunàstadà ("matrimonio de Lugus") era la celebración del matrimonio sagrado del dios-rey Lugus con la Tierra el 1° de agosto. SAMONIS tenía que ver con el aire, es decir, con los espíritus.

El 31 de octubre es una fecha asociada con los muertos, las almas en pena, las brujas y los hechizos. Estas características se deben a su cercanía con el día de los difuntos, que originó la iglesia católica y que se conmemora el 1 de noviembre. Como en otros festivales de año nuevo, en esta fecha los muertos volvían a estar entre los vivos. Los celtas hacían sacrificios humanos y de animales, en honor al dios Samhaím, señor de la muerte.

Este día marcó la finalización del verano y la cosecha, y el comienzo del oscuro y frío invierno, momento del año que a menudo se asoció con la muerte humana. Los celtas creían que la frontera entre los mundos de los vivos y de los muertos se volvía incierta en la noche antes del Año Nuevo. La noche del 31 de octubre celebraban Samhain, fecha en la cual se creía que los espíritus de los muertos regresaban a la tierra. Para ahuyentar a estos malos espíritus, los celtas se vestían con cabezas y pieles de animales mientras que los sacerdotes de druida realizaban sacrificios con fuego para celebrar el día de un modo más cristiano.

Después de que los romanos conquistaran la mayoría del territorio celta en el año 43 D.C., se incorporaron dos festivales de origen romano además de la tradicional celebración de Samhain. Durante cuatro siglos, Feralia fue un festival en el que se rendía culto a los muertos y Pomona fue el festival de la cosecha cuyo nombre se debe a la diosa de los frutos (manzanas) y árboles.

Durante la ceremonia del 31 de octubre los celtas se disfrazaban con las pieles de los animales.

Así mismo, se celebraba el "sabbath" o fiesta de brujas. En ella, las brujas y brujos se reunían para ofrecer sacrificios a Satanás, señor de la muerte, mediante ritos, actos sexuales y muerte. En la Edad Media se quemaban gatos negros por creerlos amigos de las brujas.

En Estados Unidos comenzaron a celebrar esta fecha las pequeñas comunidades de irlandeses católicos a mediados del siglo XIX, ya luego entrado el siglo XX ( el de la comercialización ) se esparció la tradición al resto del planeta, entre ellos Puerto Rico.
sacrificados para sacar del pueblo a los demonios que los visitaban y poder regresar a la normalidad al día siguiente. Con las cenizas y restos de los sacrificios hacían un rito para conocer el futuro de los siguientes meses.

¿Qué significa Halloween?


Cuando el emperador Constantino decretó que los habitantes de su imperio se convirtieran al cristianismo, muchos ritos paganos se introdujeron. Fue así como el festival de Samhain se infiltro.

Hacia el siglo VIII, la Iglesia Cristiana convirtió el día 1 de noviembre en el día de Todos los Santos para rendir homenaje a todos los santos que no tuvieran un día particular de celebración. A lo largo de los años, estos festivales se combinaron, y la mayoría llamó "All hallowmas" (la masa de todos los santos, de las personas santas) al Día de Todos los Santos. La noche anterior se conoció como "All Hallows Eve" (Víspera del Día de Todos los Santos). Con el tiempo, su nombre se convirtió en Halloween.

Las brujas, reinas del Aquelarre 

En la Edad Media comienza la persecución de todos los ritos paganos, ( todo lo que no es cristiano ) y es perseguido por su presunta vinculación con el maligno. Sin embargo, es con la Contrarreforma y con los distintos cismas protestantes cuando la persecución de la brujería se incrementa notablemente. Fue con la bula papal Summis desiderantis affectibus, del Papa Inocencio VIII el 5 de diciembre del año de 1484, con la que se legitimó la persecución de brujas, tortura y ejecución, generalmente ardiendo en la hoguera, empezando así La Inquisición a perseguir la hechicería. La figura histórica más famosa que fue condenada a arder en la hoguera bajo la acusación de bruja fue Juana de Arco.

Lejos de ser mujeres con verrugas, algo sucias y que surcan el cielo montadas en una escoba, las brujas también eran jóvenes bellas que utilizaban sus conocimientos para hacer el bien a su comunidad.

Esa es la revisión del mito de las brujas que diversos expertos llevaron hace algunos años en un congreso en Sassello, ciudad ubicada al norte de Italia, y en el que participaron psicólogos, y religiosos, para dar su punto de vista sobre un fenómeno inquietante, con una buena carga de dosis de mitos y leyendas.

"Brujas, fascinación y misterio. ¿Seductoras perversas o encantadoras seducidas?", ese era el lema del congreso llevado a cabo en Triora en 1588. Las historias alrededor de estas se parecen a las historias del "Cuco" o "Coco" que le hacian los padres a sus hijos antes de acostarlos a dormir, todo era una amalgama de absurdos productos de su imaginación.

Caza de brujas


En la localidad de la Liguria, conocida por ser la "Salem italiana", hace más de cuatro siglos fueron quemadas más de cuatrocientas mujeres, acusadas de brujería, lo que ha otorgado a esta zona del norte del país una fama secular de actuaciones fuera de lo normal, bien aprovechada desde el punto de vista turístico.

Los expertos en brujería coincidieron en que las mujeres consideradas en la Edad Media como tales no tenían necesariamente el sentido negativo con el que han pasado a la posteridad y, que incluso, eran conocidas por hacer el bien a quienes les rodeaban.

Así, en años oscuros de pestes, hambrunas y guerras, las "brujas buenas" curaban a los enfermos con hierbas, ayudaban a las parturientas a dar a luz y hacían surgir parejas gracias a sus "filtros de amor".

Conjuros de amor



Eso si, los filtros debían ser preparados la noche del viernes con la Luna en cuarto creciente y constaban con ingredientes como madera de abeto en polvo, ámbar, pétalos de rosa, sándalo y violetas, todo ello sabiamente mezclado.

Como contraste, también podían elaborar una pócima para los casos que reclamaban venganza, y entonces debía prepararse un martes, con sangre de dragón, polvo de planta rutácea, granos de pimienta molida, una pizca de azufre y otra de limadura de hierro, todo ello mezclado y guardado en una cajita de metal.

Algunos de estos productos empleaban hierbas peligrosas para la salud, según el farmacéutico Giorgio Giordani, quien confirma que algunas pociones eran usadas contra la frigidez femenina y la impotencia masculina, pero también como remedio contra la gripe.

Los participantes en el congreso de Sassello han estado de acuerdo en que las consideradas brujas eran en muchas ocasiones jóvenes de gran belleza, motivo por el cual eran envidiadas y a veces perseguidas, según explicó el psicólogo Fabio Parigi.

Para confirmarlo se cuenta la historia de Wasa, la bella hija del propietario de una venta para viajeros enfrentado a los señores poderosos de la región, a quien ella ayuda haciendo prisioneros a los dos hijos del gobernador, motivo por el cual fue quemada viva sin proceso previo, acusada de bruja.

A pesar de su mala fama, los temidos "aquelarres" no eran necesariamente una manifestación demoníaca y maligna, sino la reunión de personas que actuaban de manera desaforada gracias a la ingestión de alguna sustancia alucinógena. Todo tiene una explicación.

Estos últimos no eran nada espectacular ni especialmente misterioso, sino perfumes que, en tiempos en los que la higiene no estaba muy extendida, permitían a las mujeres atraer la atención de los hombres.

La Calabaza / la lampara para ahuyentar los malos espiritus


La costumbre de ahuecar y tallar una calabaza para convertirla en un farol llamado Jack-o-lantern tiene su origen en el folklore irlandés del siglo XVIII. Según se cuenta, Jack era un notorio bebedor, jugador y holgazán que pasaba sus días tirado bajo un roble. La leyenda cuenta que n una ocasión, se le apareció Satanás con intenciones de llevarlo al infierno. Jack lo desafió a trepar al roble y, cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender. Entonces Jack hizo un trato con el diablo: le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida.

La historia dice que cuando Jack murió no se le permitió la entrada al cielo por sus pecados en vida, pero tampoco pudo entrar en el infierno porque había engañado al diablo. A fin de compensarlo, el diablo le entregó una brasa para iluminar su camino en la helada oscuridad por la que debería vagar hasta el día del Juicio Final. La brasa estaba colocada dentro de una cubeta ahuecada "llamada nabo" para que ardiera como un farol durante mucho tiempo.

Los irlandeses solían utilizar nabos para fabricar sus "faroles de Jack", pero cuando los inmigrantes llegaron a Estados Unidos advirtieron que las calabazas eran más abundantes que los nabos. Por ese motivo, surgió la costumbre de tallar calabazas para la noche de Halloween y transformarlas en faroles introduciendo una brasa o una vela en su interior. El farol no tenía como objetivo convocar espíritus malignos sino mantenerlos alejados de las personas y sus hogares.

Dulce Halloween


La costumbre de pedir dulces de puerta en puerta (trick-or-treating) se popularizó alrededor de 1930. Según se cree, no se remonta a la cultura celta sino que deriva de una práctica que surgió en Europa durante el siglo IX llamada souling, una especie de servicio para las almas. El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo en pueblo mendigando "pasteles de difuntos" (soul cakes), que eran trozos de pan con pasas de uva. Cuantos más pasteles recibieran los mendigos, mayor sería el número de oraciones que rezarían por el alma de los parientes muertos de sus benefactores. En esa época se creía que los muertos permanecían en el limbo durante un período posterior a su fallecimiento y que las oraciones, incluso rezadas por extraños, podían acelerar el ingreso del alma al cielo.

La práctica se difundió en Estados Unidos como un intento de las autoridades por controlar los desmanes que se producían durante la noche de Halloween. Hacia fines del siglo XIX, algunos sectores de la población consideraban la noche del 31 de octubre como un momento de diversión a costa de los demás, probablemente inspirado por la "noche traviesa" (Mischief Night) que formaba parte de la cultura irlandesa y escocesa . La diversión consistía en derribar cercos, enjabonar ventanas y taponar chimeneas, pero gradualmente dio lugar a actos de crueldad contra personas y animales, llegando a su punto máximo en la década de 1920 con las masacres perpetradas por los enmascarados del Ku Klux Klan.

Diversos grupos de la comunidad comenzaron a proponer alternativas de diversión familiar para contrarrestar el vandalismo: concursos de calabazas talladas y disfraces o fiestas para niños y adultos. De este modo, se proponían retomar el espíritu de los primitivos cristianos, que iban casa por casa disfrazados o con máscaras ofreciendo una sencilla representación o un número musical a cambio de alimento y bebida.

Halloween


Aunque muchos religiosos piensan que esta festividad se hace con el proposito de venerar al diablo o a los demonios, lo cierto es que se ha convertido en una fecha para la diversión infantil. Niños disfrazados de vaqueros, indios, calabazas, piratas, princesas, hombre araña y tambien los ogros disfraces que no nos caen nada bien. En fin habra quien tome la celebración como una ofensa al cristianismo y habra otros que lo vean como una oportunidad de salir sanamente a pedir dulces con sus hijos y compartir con ellos.

jueves, 27 de octubre de 2016

Muertos

No son muertos los que yacen en la tumba fría.
Muertos son aquellos que tienen muerta el alma,
y aún viven todavía...

miércoles, 26 de octubre de 2016

En qué momento...

Nunca supe bien en qué momento me empecé a fijar en ti, no sé en qué momento me emocionaba cuando me hablabas, no recuerdo el momento en que mi corazón te dejó entrar, no sé en qué momento empecé a ilusionarme, no sé en qué momento mi cabeza se hizo a la idea de estar contigo, pero si recuerdo lo que pasé cuando te fuiste, la tristeza de ver un día tras otro sin saber de ti, el darme cuenta de lo poco que te importaba, el ver que a ti te daba igual no hablar conmigo y sobre todo el tener que autoconvencerme de que no había conseguido entrar en tu corazón como tú habías entrado en el mío...

Abrahel

martes, 25 de octubre de 2016

Nunca ha dejado de ser invierno...

Aquella noche se anunciaba fría.
Yo tiritaba,
mas lo provocaba tu sonrisa.
Tu cuerpo me abrigaba,
tu boca sobre mi cuello
de ardor me inundaba,
con tus huellas por mi piel,
más que tibia,
yo ardía.
Y me hiciste tuya,
como el fuego al leño,
para transformarme en incendio.
Ahora pasa el tiempo,
cambian las estaciones,
y sin embargo,
yo, que a diario rozo el infierno,
puedo asegurarte
que desde tu adiós,
nunca ha dejado de ser invierno...

Anaïs Églises

domingo, 23 de octubre de 2016

Apolo y Dafne

Al espíritu oficioso de Cupido, hijo de Afrodita, le debemos una de las historias más hermosas de la mitología clásica.

Subido a lo alto del monte Parnaso, Cupido, que acaso estaba cansado de su rutina, sacó de su carcaj dos flechas: una para inspirar el amor y otra para aborrecerlo.

La segunda flecha alcanzó a la ninfa Dafne, hija del dios-río Peneo, y la primera atravesó el corazón del poderoso Apolo, que por entonces lloraba sus amores truncos con Jacinto.

Una pasión repentina y desenfrenada se apoderó de Apolo. Y Dafne, con idéntica intensidad, detestó la idea de entregarse a él.

Lo cierto es que Dafne amaba únicamente a los bosques. Con íntimo placer recorría los claros ocultos entre la maleza. Los árboles la conocían y anticipaban su presencia dejando caer hojas y flores a su paso. Cuando el sendero era ancho las ramas se inclinaban ante ella en una suave reverencia, pero cuando el camino se angostaba retraían sus brazos para que la ninfa no tuviese que inclinarse al pasar.

A veces, cansada de caminar, Dafne se sentaba a la orilla de su padre y contemplaba el interminable ondular de sus aguas.

Muchos fueron los dioses, héroes, mortales y espíritus del bosque que se enamoraron de Dafne. Ella los rechazó a todos. Su naturaleza era la libertad.

A menudo Dafne se abrazaba al cuello de su padre y le rogaba que le permitiese la gracia de vivir siempre como Artemisa, es decir, en una eterna y solitaria existencia.

El bondadoso Peneo, incapaz de resistirse a los ruegos de Dafne, le concedió la gracia de la soledad, aunque le advirtió:

—Será tu propia Belleza la que te lo impedirá.

Apolo, recordemos, ensartado por la flecha de Cupido, no podía evitar amar a Dafne y mucho menos el anhelo de poseerla. Justo Apolo, que tantos oráculos había predicado, no pudo predecir su propia tragedia.

Embriagado por un deseo irreprimible Apolo contemplaba los verdes cabellos de Dafne cayendo sobre sus hombros como la corriente de un río salvaje. Veía sus ojos y le parecían estrellas. Miraba sus labios y sólo pensaba en saborearlos. Admiraba su piel, sus hombros desnudos y todo aquello que se ocultaba a su vista lo imaginaba aún más bello.

Fue así que Apolo siguió incansablemente el rastro de Dafne a través del bosque, escondido a la sombra de los árboles. Desde allí, al amparo de miradas indiscretas, bajo el manto donde Nix, la diosa de la noche, dormía su siesta, la soñaba entre sus brazos.

Sin embargo, cada vez que Dafne sentía su presencia huía como el viento entre las hojas y no se detenía ante ningún reclamo o promesa.

Entonces llegó el día señalado por las Moiras, las diosas del destino...

Apolo vislumbró la silueta inconfundible de Dafne a través de las flores, tendida en el suelo mientras oía la melodía distante de la flauta de Pan. Sin burocracias de por medio, se lanzó sobre ella.

Dafne se incorporó con una velocidad increíble. Se diría que sus pies no tocaban la hierba mientras corría. Era encantadora incluso cuando huía. El viento agitaba sus ropas, hechas de musgos y flores acuáticas, y sus cabellos, verdes y perfumados, flotaban exhuberantes sobre su espalda.

Harto de sentirse despreciado, y con la fuerza que su pasión desmedida le proporcionaba, Apolo corrió tras ella.

Los pocos testigos de aquella carrera sostienen que Apolo corría como un perro salvaje, con las mandíbulas abiertas listas para cerrarse a su presa.

Así volaban el Dios y la Ninfa; él en las alas del amor y ella en las del miedo.

Pero el perseguidor era más rápido, o su motivación más intensa, y finalmente le dio alcance. El jadeante aliento de Apolo se mezcló con los cabellos de Dafne. Sus manos se cerraron sobre las suaves muñecas. Sintió las venas bombeando su savia.

Exhausta, sabiéndose vencida, Dafne clamó por la ayuda de su padre.

Se oyó un trueno en el bosque, como si las aguas del río se agitaran. Entonces Apolo vio que los miembros de Dafne se volvieron rígidos; su pecho se cubrió de una tierna corteza, sus pies se aferraron al suelo como raíces, y su pelo, todavía verde y perfumado, se transformó en un racimo de hojas.

Apolo observó la metamorfosis todavía encendido por el deseo. Acarició la corteza gris y la tibia carne que latía debajo. Loco de tristeza, abrazó las ramas y cubrió de besos la madera, pero las hojas, todavía indiferentes a su amor, se apartaron de sus labios.

Entonces el dios dijo:

—El amor no puede forzarse; no puedo obligarte a que me ames así como no puedes obligarme a que deje de hacerlo. Sin tus caricias, trenzaré mi corona con tus hojas, y en adelante la victoria se coronará con el verde de tu savia.

Dafne, que reconoció al dios en Apolo, inclinó ligeramente sus ramas, agradecida.

Y desde entonces, públicamente orgulloso de un amor que nunca se concretó, Apolo honró a Dafne llevando para siempre una corona de laureles sobre su cabeza.

viernes, 21 de octubre de 2016

Yo no quiero...

Yo no quiero ilusiones de un falso amor.
Yo solo quiero que me quieras
como te quiero yo...

Abrahel


domingo, 16 de octubre de 2016

Soledad

Algunas veces suelo recostar mi cabeza en la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad...

jueves, 13 de octubre de 2016

El pájaro de la tristeza

No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza,
pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera.


miércoles, 12 de octubre de 2016

Ya no creo en palabras de amor

Ya no creo en palabras de amor
dichas a los pocos días de hablarnos,
no creo en promesas de vida juntos
ni en que vieron en mi
lo que en otras nunca encontraron...
Ya no creo en el amor eterno,
en el vivieron felices
y nadie pudo separarlos...
Porque no hace falta que nadie los separe,
solo que uno de ellos se aparte
y adiós al cuento encantado.
Aquí no hay princesas de cuento,
ni príncipes a los que de la armadura se les cae el dorado,
aquí solo hay una Demonia que guardó su corazón
en un cofre de hierro forjado.

Abrahel


lunes, 10 de octubre de 2016

El enamoramiento tiene numerosas similitudes con procesos gripales

Cuando una persona se enamora, al principio el enamoramiento tiene numerosas similitudes con procesos gripales: estado febril, dilatación de pupilas, palpitaciones, sudoración, temperatura alta...

El mal de amor es los primeros días es como un catarro, pero a lo bestia, hasta que el paciente se habitúa a la presencia de la persona amada, después, los síntomas en lugar de remitir, como sucede en los procesos gripales, se multiplican. El enamorado pierde el apetito, pasa las noches en vela con gran ansiedad y se entrega al aislamiento y la soledad y aunque el paciente sabe lo que le está pasando no hay antibiótico ni antigripal que le alivie.

La vida sin la persona amada se convierte entonces en un infierno, en función del organismo afectado, su período de recuperación puede ser de unos días o convertirse en una enfermedad crónica, un desasosiego para toda la vida.


miércoles, 5 de octubre de 2016

martes, 4 de octubre de 2016

La Leyenda de Bella y el Unicornio

Bella era la más hermosa de todas las mujeres. Nadie podía igualarla en elegancia, en belleza. Provocaba suspiros en cualquiera que la viera pasar. Pero su corazón era frío, duro como la roca, distante, jamás ninguna emoción había hecho mella en él.

Por eso, cuando una tarde vio en el río el reflejo de un ser fabuloso, cuando vio los ojos curiosos que la miraban desde el agua, Bella se supo cautiva, hechizada, presa de sus emociones... y viva por fin.

Al minuto siguiente él ya no estaba. Y aunque buscó y le llamó, no encontró a su Unicornio. Suyo, porque solo ella le conocía, solo ella le amaba, solo ella creía en él...

Desde entonces, Bella descuidó su ajuar, dejó de mimar su piel untándola de esencias, olvidó sus joyas en el fondo de sus cofres, dejó de buscarse en los espejos, de cepillar su cabello... y sus ojos azules se cubrieron con un velo de tristeza. Pero seguía sabiéndose viva...

Las gentes del lugar inventaron leyendas y fantasías que explicaban por qué cada amanecer la que seguía siendo la muchacha más hermosa de cuantas habían visto, recorría el farallón más alto, su vestido agitándose al viento, su melena enredándose y danzando alrededor de su rostro, su mirada ausente, buscando en el horizonte lo que nadie acertaba a imaginar.

Un día, al paso de un peregrino, Bella se acercó y le preguntó:

- Buen hombre, tú que llevas la sabiduría reflejada en tu rostro, y al que la experiencia de toda una vida ha dibujado arrugas en la piel, dime, ¿cómo lo puedo encontrar?

- No sé qué persigues, pero cuanto menos lo busques, más rápido lo encontrarás -fue su respuesta.

Sin embargo, Bella empezó a hilar una red con sus largos cabellos. Tejió y tejió y cierto día, cuando los hombres miraron al acantilado, vieron una inmensa tela de araña que se balanceaba al viento y cubría el acantilado entero, desde la costa hasta el confín del mar. Y allí esperaba Bella, y tras un tiempo apareció su Unicornio, trotando sobre las olas, mirándola fijamente, tal vez con desdén, tal vez con sorpresa. Y en la red de Bella quedó atrapado su Unicornio.

Ella se acercó y acarició su piel, su crin, mientras sonreía por saber suyo al Unicornio. Creyó que al caer en la red, el Unicornio no podría sino quererla siempre, como ella haría con él. Pero el Unicornio habló, habló de lo absurdo de los amores que encarcelan y esclavizan al otro...

- Aunque me apreses, ates mis movimientos o me guardes en tu sitio más secreto y protegido de tu palacio, nada obtendrás de mí. Esta red sólo consigue atrapar mi cuerpo, pero mi corazón no puede ser tu cautivo. Sólo somos capaces de querer a los demás desde nuestra libertad.

Bella, confundida, pensó que solo deseaba que llegara el día en que el unicornio fuera capaz de amarla... nada más. Y la red se deshizo instantáneamente, y el Unicornio escapó. Bella se quedó quieta, inmóvil, tanto que su cuerpo empezó a convertirse en una estatua de piedra, hermosa, sublime, la más perfecta que nadie jamás hubiera esculpido.

Desde ese día, la estatua de Bella en lo alto del acantilado ve acercarse a muchachas enamoradas que le cuentan sus sueños, sus ilusiones; a niños que juegan y danzan a su alrededor; a un joven flautista que aprendió a tocar a los pies de la estatua y que ahora deleita a todos con su música, tal vez en un vano intento de sacar a Bella de su sueño eterno. Pero lo más sorprendente son las flores que cada amanecer, rodean la estatua y cuelgan de las manos de piedra, frescas, lindas, cubriendo con su olor y sus colores a Bella.

Cuentan que hay alguien que llega con las primeras luces del alba, se inclina reverente, con devoción casi, ante la estatua, deja descansar unos instantes su cabeza en su regazo... Y se marcha, dejando su ofrenda, corriendo veloz, galopando sobre la espuma de las olas.

Es el Unicornio.