dichas a los pocos días de hablarnos,
no creo en promesas de vida juntos
ni en que vieron en mi
lo que en otras nunca encontraron...
Ya no creo en el amor eterno,
en el vivieron felices
y nadie pudo separarlos...
Porque no hace falta que nadie los separe,
solo que uno de ellos se aparte
y adiós al cuento encantado.
Aquí no hay princesas de cuento,
ni príncipes a los que de la armadura se les cae el dorado,
aquí solo hay una Demonia que guardó su corazón
en un cofre de hierro forjado.
Abrahel
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