miércoles, 19 de abril de 2017

El vampiro John George Haigh, el asesino del baño de ácido

John George Haigh, asesino británico de 9 personas, fue un caso de vampirismo por motivos de índole pseudo-religiosa. John G. Haigh empezó por beber su propia orina y acabó bebiendo sangre humana. Esta sangre la conseguía cortando las venas yugulares a sus víctimas, y vaciando la vena en un vaso. después de beber la sangre, disolvía el cadáver en ácido sulfúrico.

Como hemos dicho, los motivos de Haigh era pseudo-religiosos, ya que fueron dos incidentes los que obligaron a Haigh a beber sangre humana. Uno fue un sueño que interpretó en el sentido de que su fe religiosa agostaba sus energías vitales, las cuales revivirían gracias a la sangre humana (obsérvese aquí la connotación con el caso de la condesa Bathory). El otro signo lo tuvo debido a una herida craneal que sufrió en un accidente automovilístico, que le provocó una hemorragia de sangre en la boca. Le gustó y creyó que la sangre ajena sería aún mejor para él.

En realidad, Haigh no fue el primer individuo que desarrolló sus gustos vampíricos al beber o succionar su propia sangre, puesto que ha habido otros muchos casos semejantes.

La succión de la sangre puede provocar un estado de intoxicación algo diferente de la excitación sexual, y entonces el bebedor de sangre se convierte en adicto, de lo que se deriva, casi inevitablemente, el canibalismo. Se trata, pues, de un verdadero vicio, de una drogadicción.

¿Cuál es la verdad sobre Haigh? Puesto que cuanto sabemos respecto a su fe religiosa y a sus motivos para beber sangre humana sólo los conocemos a través de sus propias declaraciones.

En realidad, no está claro si Haigh se bebía la sangre de sus víctimas o si se había bebido su propia orina, salvo una vez para convencer a uno de los médicos del establecimiento penitenciario. Haigh confesó su vampirismo y la ingestión de orina para apoyar su alegato, que por otra parte, fue rechazado, de locura, y seguramente casi nadie dio crédito a sus palabras a este respecto. Haigh, en efecto, fue un gran embustero y los psiquiatras no pueden jamás dilucidar la verdad con semejantes individuos.

En la biografía que escribió Molly Lefebure sobre el caso de Haigh, aduce el testimonio psiquiátrico de que la existencia del criminal era anormal, desprovista de toda actividad sexual, especialmente después de su adolescencia. Por esto, el vampiro buscaba placer en otras fuentes. Sin embargo, Haigh jamás se refirió a estos aspectos de su vida.

En cambio, una vez preso escribió que "el sexo no debería existir. La propagación de la especie debería ser un acto insensible, como el de los robles. El sexo no sólo no es importante sino repulsivo. Odio los instintos que me roban la autoposesión. Incluso desprecio a la compañera después del acto".

No hay comentarios:

Publicar un comentario