LA MAGIA, ligada en íntima conexión con las observancias religiosas, es sólo uno de los muchos procedimientos por los que el hombre busca el camino y dominio de los poderes sobrenaturales. Otro, que está mucho más íntimamente vinculado a la religión, se encuentra en el ritual y el ceremonial, generalmente dirigidos a la súplica y apaciguamiento de los seres sobrenaturales.
Mientras la magia es utilizada como fuerza de ayuda sobrenatural de varias maneras, el rito o ritual y las ceremonias actúan bajo la suposición de que los seres divinos, al igual que los hombres, pueden ser movidos a la piedad, escuchar las llamadas de la justicia, ser complacidos con sacrificios y ofrendas, y si su disposición es malévola, propiciados e incluso, por qué no, sobornados mediante la satisfacción de sus deseos y apetitos.
Un ritual puede definir mejor, quizás, como medio prescrito de ejecutar actos religiosos; es decir, de orar, entonar cantos sagrados, danzar para los dioses, hacer sacrificios o preparar ofrendas. Una ceremonia, por el contrario, abarca cierto número de rituales trabados y relacionados entre sí, ejecutados en un tiempo dado.
Puede sin embargo trazarse una más clara distinción o utilidad respecto a las funciones de los ritos y ceremonias. En un extremo están aquellos que se centran en las crisis de la existencia del individuo, rituales y ceremonias que señalan ocasiones tales como el nacimiento, la imposición del nombre, la pubertad, el matrimonio, la enfermedad y la muerte. "Estos son vulgarmente conocidos como ritos de tránsito".
En el otro extremo están los llamados rios de intensificación, es decir, rituales y ceremonias que marcan sucesos o crisis en la vida de la comunidad en su conjunto, tales como la falta de lluvia, la defensa contra una epidemia o pestilencia, la preparación de la siembra, las cosechas, la iniciación de actividades comunales de caza o de pesca y el regreso victorioso de una partida de guerra. Algunos rituales y ceremonias pueden desempeñar ambas funciones; un ejemplo se halla en la ceremonia de los navajos llamada el "Canto de la noche", que se hace ostensiblemente para curar a un individuo de alguna enfermedad; pero que, en realidad, sirve también para acrecentar su bienestar particular, así como el de la propia comunidad entera.
Terminada esta breve introducción diferenciando el ritual de las ceremonias, podemos pasar directamente a los diferentes aspectos de ambos que a través de la historia antropológica del hombre se vienen dando en las diversas tribus, encaminados a afianzar las creencias en la supervivencia del alma después de la muerte, y concretamente, los destinados a la reencarnación. Tema que sin duda está ampliamente condicionado en todas las sociedades por primitivas que sean.
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