Bruno amadio (Allias: Bragolin), siendo observador de la Segunda
Guerra Mundial, retrató el sufrimiento que veía por las calles, pintando
cuadros de niños que vivían en orfanatos. Creando una serie de 27
retratos conocidos como “Los Niños Llorones”.
A pesar
de ello permanecía en el anonimato, su fama como pintor no existía, y
optó por hacer un pacto con el Demonio para que sus pinturas alcanzaran
celebridad. Estos cuadros pronto se comercializaron por el mundo y a
mediados de siglo eran un tesoro muy preciado. A raíz del convenio con
el diablo, cosas extrañas empezaron a suceder.
Una de
esas terribles situaciones sucedió con su primera pintura, la cual
Bragolin habría regalado al orfanato donde se encontraba aquel niño. Al
poco tiempo, ocurrió un voraz incendio que acabó con todo y todos. Pero
extrañamente el cuadro, no sufrió daño alguno. Dicen que el espíritu del
pequeño quedó atrapado en la pintura y que este lleva desgracias a todo
aquel que lo posee.
Si este cuadro se gira 90 grados,
es posible observar una figura monstruosa que devora al pequeño,
probablemente por eso muchos han tachado la pintura de maléfica.
A
inicios de los años 70, las pinturas se popularizaron y con ello las
desgracias y situaciones paranormales. Unos aseguraban que cuando se
descolgaba el cuadro, detrás de él aparecían gusanos. Que, invirtiendo
el cuadro a la medianoche, se podía hacer un pacto con el Diablo o que
si miras con calma, podrás descubrir la misma cara de Satanás plasmada.
Se
hablaba de casas incendiadas donde siempre lo único que permanecía, era
el mencionado cuadro, colgado en la pared sin un solo rasguño.
Las copias dejaron de realizarse por falta de pedidos, y la gente fue arrumbándolos poco a poco en algún rincón.
Algunos propietarios grabaron psicofonías en las que se escucha la voz de un niño saliendo del cuadro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario