La idea del infierno, con sus demonios y castigos humeantes, pertenece más al catolicismo que al judaísmo. No quiero decir con esto que los israelitas no creyeran en los demonios. Todas las culturas han alimentado la idea de los seres inferiores, incluso los primeros dioses eran considerados como seres mitad divinos y mitad demoníacos, con reinos en los cielos y las profundidades, en los mares y las montañas. Pero para los hebreos el enemigo de Jehová no tenía mayor relevancia en el más allá, y su única elección religiosa estaba al lado de su dios, ya que cualquier otra elección representaba la destrucción eterna. La salvación total o el castigo más tremendo, sin más alternativa.
Por supuesto, los primitivos israelitas, el pueblo llano, alimentaba toda clase de fantasías con respecto al más allá, y no era raro que cambiaran de religión de vez en cuando, para buscar una mejor oportunidad en el otro mundo bajo la tutela de otros dioses.
Hasta el Nuevo Testamento no se encuentran referencias claras al infierno, a Satanás y a la vida de tormentos que podían esperar los que no siguieran las enseñanzas de Moisés, aunque es muy posible que popularmente ya se pensara en la alternativa del infierno pecaminoso, cuando no se podía acceder al reino de los cielos donde la única diversión era contemplar a Jehová al llegar el fin de los tiempos.
En el Antiguo Testamento también podemos encontrar la idea de que el más allá de los hebreos era un eterno limbo en donde las almas esperaban a ser juzgadas, es decir, que no había cielo, infierno ni condenación eterna inmediatamente después de la muerte, sino que los hombres tenían que esperar toda una eternidad a que llegara el Juicio Final, donde se decidiría finalmente su destino espiritual. Esta sala de espera sempiterna, se convirtió en el purgatorio de los católicos.
Al margen de las Escrituras Sagradas, o leyendo entre líneas sus textos, los cabalistas interpretaron otras situaciones del más allá menos planas y directas. Incluso otras interpretaciones cabalísticas más tardías hablan de teorías tan atrevidas para los israelitas como pueden ser la reencarnación, la magia y el contacto directo con ángeles y demonios. Por ejemplo, probablemente influidos por Aristóteles y Platón, los cabalistas hablan de 4 mundos con 10 esferas de evolución cada una, por los que el alma debe circular hasta llegar al dios mayor.
No hay documentos que verifiquen que los sacerdotes y los magos de la antigüedad israelita interpretaran la Cábala de esta manera, y es muy posible que este tipo de ideas hayan nacido en el siglo XV de nuestra época y no en el año 2.000 a.C., pero vale la pena conocer esta interpretación del más allá:
- Assiah era el mundo material, es decir, el mundo en el que vivimos los humanos. Por debajo de este mundo se encuentran cuatro submundos demoníacos, y por encima de él se hallan tres mundos superiores. El buen comportamiento conducía a los mundos superiores, y el mal comportamiento, por supuesto, conducía a los submundos demoníacos.
En Assiah se tenía que recorrer, vida tras vida y muerte tras muerte, 10 esferas de evolución para poder pasar al mundo superior siguiente:
- Malkuth, la esfera más baja y más cercana al próxima submundo.
- Yesod, la esfera sensible que despierta el alma a los conocimientos.
- Hod, la esfera activa e infantil del descubrimiento y la aplicación.
- Netzach, la esfera sensual y artística del servicio.
- Tiphareth, la esfera sexual de la bellza y la reproducción.
- Geburah, la esfera activa de la lucha y la guerra.
- Chesed, la esfera expansiva de la religión.
- Binah, la esfera de la frugalidad y la disciplina.
- Chokmah, la esfera de la personalidad y el destino.
- Kether, la esfera de la llamada y el despertar.
- Yetzirah, el mundo de la formación, o el mundo de las ideas que tienen una aplicación física en Assiah, el mundo anterior. Desde este mundo de los espíritus se encargan de inspirar a los humanos toda serie de obras prácticas que ayudarán a los vivos en su desarrollo y evolución técnica y científica. También le podríamos llamar mundo intelectual, o mundo mental, con el que los humanos de este lado entramos en contacto constantemente.
En Yetzirah también se vive y se muere, aunque no se forma física, sino de forma mental, y entre cada muerte y vida que experimenta el espíritu en este mundo intelectual, debe pasar por las 10 esferas consabidas si quiere tener acceso al siguiente mundo superior:
- Malkuth, la esfera de la habilidad manual.
- Yesod, la esfera de la habilidad constructiva.
- Hod, la esfera de la habilidad docente.
- Netzach, la esfera de la habilidad artesana.
- Tiphareth, la esfera de la habilidad médica.
- Geburah, la esfera de la habilidad reformadora y revolucionaria.
- Chesed, la esfera de la habilidad directiva.
- Binah, la esfera de la habilidad artística.
- Chokmah, la esfera de la habilidad filosófica y religiosa.
- Kether, la esfera de la habilidad científica y creativa.
- Briah, mundo creativo, mundo anímico o mundo angelical. En este mundo el espíritu tiene un cuerpo espiritual que se encarga de inspirar, tanto a los cuerpos mentales que habitan en Yetzirah, como a los seres humanos que habitan en Assiah, o mundo físico.
Con los seres del mundo intelectual nos comunicamos sin problemas, porque los vemos como ideas propias, pero con los seres del mundo angelical nos cuesta más trabajo porque no siempre sabemos interpretarlos, o porque generalmente se nos presentan como imaginaciones, sensaciones o sentimientos religiosos que no siempre comprendemos y que rara vez tienen, para nosotros, un sentido racional. Es más, incluso para los seres del mundo intelectual los habitantes del mundo angelical son una especie de seres divinos.
A Briah también se le ha denominado mundo psíquico o mundo anímico, por la carga mágica y emocional que ostenta, y se le relaciona habitualmente con las ciencias paralelas y el mundo oculto. Los seres que lo habitan intentan ayudarnos siempre, pero no lo consiguen todas las veces y, en ocasiones, pueden desestabilizar nuestra vida mental o física. En otras palabras, no siempre estamos en condiciones de entender ni entrar en contacto con ellos simplemente porque no estamos preparados.El cuerpo angelical también muere y vive recorriendo las esferas que le permitirán llegar al siguiente mundo:
- Arziluth, el mundo ideal o el mundo arquetípico. En este mundo todo es perfecto, puro, luminoso, divino y limpio. En suma, es el mundo de los dioses. En este mundo nacen todas las cosas en un estado ideal, y desde este mundo nacen todas las cosas en un estado ideal, y desde este mundo se transmiten a todo el universo, pasando por los filtros necesarios de los subsecuentes mundo inferiores.
En este mundo los seres tienen un cuerpo divino y perfecto, pero también nacen y mueren hasta llegar a la cúspide, al verdadero Dios generador de todas y cada una de las cosas. Los seres que habitan este mundo se encargan de salvaguardar los mundos restantes, ademas de inspirar todas las ideas arquetípicas que inundarán el universo entero con la luz de Dios, y por supuesto, para aspirar a los más tienen que recorrer sus propias y divinas esferas:
- Malkuth, la esfera del nacimiento en el Reino.
- Yesod, la esfera de la divinidad instauradora.
- Hod, la esfera de la divinidad desvelada.
- Netzach, la esfera de la divinidad amorosa.
- Tiphareth, la esfera de la divinidad generatriz.
- Geburah, la esfera de la divinidad luchadora.
- Chesed, la esfera de la divinidad difundidora.
- Binah, la esfera del Conocimiento Divino.
- Chokmah, la esfera del Entendimiento Divino.
- Kether, la Corona, la esfera de la Sabiduría Total.
Las 10 esferas de la evolución y los 4 planos |
En esta composición del más allá, el hombre tiene dentro de sí un poco de todos los mundos, e incluso de Dios, y a medida que vaya descubriendo cada una de estas partes, irá allanando su camino hacia la Luz Infinita y Eterna.
Los seres, en este más allá cabalístico, vivían y morían constantemente, en uno y otro mundo, hasta que alcanzaban la representación más alta de Dios.
La religión hebrea es una de las pioneras en la idea de un dios único, sin embargo, al menos según la cábala que ha llegado hasta nuestro días, Jehová (IHVH), a pesar de ser sólo uno, se convertía en 4 dioses mayores, uno para cada mundo, y en otros 10 dioses, uno para cada esfera.
El verdadero y más puro y poderoso Jehová, el único y verdadero, era el que se encontraba al final del camino de Atziluth, el mundo arquetípico. Pero sólo un paso antes de llegar a él se encuentran dos de sus emanaciones divinas, acompañando la décima esfera y la cima del mundo ideal. Este repartimiento divino quedaría de la siguiente manera:
- Jehová Demiurgo, dios de Assiah, el mundo material. dios bueno y malo, generoso y paternal, a la vez que vengativo y cruel. Sereno y patriarcal, a la vez que colérico y destructivo.
- Jehová del Semblante Menor (Microprosopo), dios de Yetzirah, el mundo intelectual. Racional y constructor, pero exigente e impositivo.
- Jehová Supremo (Padre y Madre Supremos), dios de Briah, el mundo creativo. Amoroso y emocional, pero también egoico y posesivo.
- Jehová del Vasto Semblante (Macroprosopo), dios de Arziluth, el mundo arquetípico, recto y elevado, pero inflexible.
- En Malkuth: Adonai Melketh, el dios más cercano a los planos inferiores, con un fuerte componente femenino, tan creativo y fértil, como destructivo.
- En Yesod: Shaddai El Chai, impregnador de Malkuth, y encargado de poner los fundamentos del camino.
- En Hod: Elohim Tzabaoth, dios del esplendor, o de la luz menor, guía de los primeros pasos para los limpios de espíritu, pero deslumbrador para los ambiciosos.
- En Netzach: Jehová Tzabaoth, dios de la instauración, de los ritos y las celebraciones. En sus manos está el triunfo y la victoria del espíritu sobre la materia.
- En Tipehereth: Eloah Vadaath, dios (o dioses) de la diseminación y la belleza, encargados de sembrar las creaciones de Dios por todo el universo.
- En Geburah: Elohim Gibor, dios de la fuerza y la justicia, que se encarga de equilibrar y compensar el camino.
- En Chesed: El dios del perdón, la misericordia y la grandeza, que se encarga del acercamiento divino.
- En Binah: Jehová Elohim, dios (o dioses), de la creación y el conocimiento, cuya misión es la siembra de los hijos de Dios por todo el universo.
- En Chokmah: Jehová Yah, Padre y Madre a la vez, autogenerador y autorreproductor, dios creador de las esferas celestiales y de lo que se contiene en ellas.
- En Kether: Ehieh, dios supremo, creador de la esencia, del espíritu y de la existencia.