martes, 28 de febrero de 2017

El más allá primitivo

Entre las tribus nómadas era habitual depositar los cadáveres en cuevas, bajo piedras o en tierras blandas a la vera de los ríos, y realizar un breve ritual de despedida. Generalmente envolvían a los cadáveres con pieles de fieros animales, a menudo le dejaban al cadáver algún arma (palo o piedra afilada), y se supone que también le dejaban algo de comida y sus objetos personales.

Entre las tribus más sedentarias el ritual funenario era un poco más complicado, siempre en función de la importancia del muerto, y los cementerios estaban situados en zonas determinadas.

Los pueblos de la Norteamérica de hace 12.000 años empezaron a añadir adornos y amuletos a los cadáveres. Algunas tribus llegaron a la sofisticación de poner a sus muertos en lugares sagrados, generalmente montañas o lugares elevados, sobre camastros de largas patas para que los depredadores no se los comieran.

Otras tribus siguieron enterrando a sus compañeros en tierras blandas, pero a mayor profundidad y señalando el lugar de entierro como sitio mágico. Las menos, continuaron prefiriendo las cuevas y otro accidentes naturales del terreno para deshacerse de los cadáveres. Pero en todos los casos, y a medida que fueron evolucionando los pueblos, los rituales funenarios y la importancia de los muertos fue en aumento.

Este fenómeno no es único de Norteamérica, pero los hallazgos funerarios más importantes de hace 12.000 años corresponden a esta zona. En otros lugares, como la India o Tailandia, el culto a los muertos se desarrolló con mayor celeridad y llegó a dársele una importancia capital en el desarrollo religioso y supersticioso de estos pueblos, pero los hallazgos realizados son más tardíos.

En Europa se utilizaban más los túmulos como tumbas (montones de gruesas piedras sobre los cadáveres), y en África se desarrolló más el canibalismo, pero en todas las culturas había una creencia común con respecto a la suerte futura de los muertos: que en el más allá necesitarían sus armas, comida, joyas, utensilios personales y, por supuesto, amuletos con poderes mágicos.

Es decir, que en la antigüedad se pensaba que el más allá era muy parecido al más acá, y que no estaba de más llevarse todo tipo de ayudas y protecciones. Además se creía que en la medida que el muerto estuviera bien abastecido en el otro lado de la vida, podría ayudar más a los vivos, ya que si bien el más allá era más parecido a la vida, en aquel lugar aumentaban los poderes mágicos y el contacto con los dioses.

Un muerto contento siempre ayudaría a la tribu, mientras que un muerto descontento sería un signo de mala suerte difícil de evitar.

Las cosas no han cambiado mucho desde entonces a nuestros días. De una u otra forma se les sigue rindiendo culto a los muertos, y de una u otra forma se busca su tranquilidad y seguridad en el otro mundo. La diferencia es que entonces se «vivía más la muerte» y se teníamás presente la relación con los muertos. El más allá tenía un nombre, y se pretendía llegar a éste en la mejor forma posible.

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