En la época victoriana se tenía la costumbre de fotografiar personas muertas; para ellos, estas imágenes revelaban la particular belleza de la muerte.
En el siglo XIX la muerte estaba presente de varias formas.
Había demasiadas reglas en torno al luto, todas ellas eran muy específicas.
Fue cuando se creó la fotografía posmortem.
Tenía el fin de conservar en la memoria los rostros y cuerpos de los difuntos, y preservar su esencia. Era una manera escalofriante y, al mismo tiempo, bella de ver la muerte. En esta época la edad promedio de vida era de 44 años, eso si se era de clase media o alta.
6 de cada 10 niños de clase pobre fallecían antes de cumplir 5 años.
Por ende, los cadáveres, funerales y luto ocurrían de forma ordinaria, algo que hoy con el avance de la medicina nos es difícil entender.
Las familias se reunían alrededor de la persona moribunda.
Pues sus últimas palabras eran muy importantes, además, era la última oportunidad de sus parientes de verlo con vida.
Había una obsesión por la muerte.
Por ejemplo, la reina Victoria (misma que dio nombre a esa época) guardó el luto por la muerte de su esposo Alberto por 40 años, y mantuvo su recámara tal como él la había dejado. Una viuda debía guardar luto por más de 2 años y debía usar ropa con colores que indicaba cuánto llevaba en ese estado.
En el siglo XIX se popularizó la fotografía.
Lo que la hizo más económica que mandar hacer un retrato. Aun así, las familias pobres no podían darse el lujo de tomarse fotos, por lo que el retrato postmortem era muchas veces el único que se les llegaba a tomar.
La fijación victoriana se fusionó con la fotografía.
Los retratos postmortem se convirtieron en parte del Memento Mori, simbolismos gráficos que te recuerdan que la vida es temporal, y tarde o temprano vas a morir.
Las personas parecen estar vivas.
Se retratan en interiores, en posiciones idénticas a las de las fotografías comunes, incluso, los semblantes se ven serenos, con los ojos abiertos, a veces sonrientes.
Los bebés solían retratarse como si estuvieran dormidos.
Los niños con sus juguetes favoritos o en los brazos de sus padres.
Algunas eran tomadas en grupo y con sus hermanos vivos.
Se fueron perfeccionando.
Sin duda, más que una fotografía creada por morbo es una expresión artística de la naturaleza humana.
Era veneración a las personas que amaron.
Una forma de inmortalizar a los seres queridos.
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