El reverendo Montagne Summers (El vampiro, su especie y su clase) relata que Haarmann era un joven estúpido y tonto, que siendo niño molestaba a otros compañeros con sus indecencias y otras ofensas. Fue condenado varias veces, incluso por homosexualidad en una ocasión en que la policía lo atrapó en «flagrante delito» con un chico en su apartamento.
La verdadera carrera criminal de Haarmann comenzó, sin embargo, después de conocer y caer bajo el encanto de un joven prostituido, Hans Grans. Éste, declaró el vampiro de Hannover, probablemente con toda veracidad, lo sujetó por lazos sexuales, urgiéndole a cometer asesinatos, a veces, como en un caso, por un motivo tan trivial como el que la víctima poseyera unos pantalones como los que deseaba Grans.
Las víctimas de Haarmann alcanzaron el número de 24 (la cifra de la que fue formalmente acusado) aunque otros la elevan a 27 (el número mágico atribuido a otros muchos asesinatos en masa); y algunos llegan a contar 50; mientras que los periódicos afirmaron que durante el año 1924, en que sus crímenes salieron a la luz, unos 600 muchachos habían desaparecido de Hannover, entonces una ciudad de 450.000 almas (con 500 jóvenes prostituidos conocidos).
Pero hasta el número formidable de sus crímenes parece menos deleznable y horrible que la forma en que eran cometidos. Como señaló el The Dally Express, «las víctimas del vampiro de Hannover fueron todas mordidas hasta la muerte».
Precisando más, Haarmann, usualmente con la ayuda entusiasta de Grans, sujetaba a un joven atraído hasta su tienda de volatería, asiéndolo por la garganta, y comiéndole la cabeza casi por entero (experimentando en el proceso intenso placer y estimulo eróticos).
Después, los cuerpos de las víctimas eran desmembrados y convertidos en salchichas, o vendidos como filetes. Durante mucho tiempo se observó que la tienda de Haarmann podía vender más carne fresca que las demás de la competencia, y cuando sus hazañas se hicieron públicas, muchos ciudadanos honrados de Hannover tuvieron que considerar, asqueados, que seguramente habían cometido, sin saberlo, canibalismo. (El vampiro se atenía en gran parte a una dieta de carne humana, y es probable que lo mismo hiciese Grans).
Llevado por fin ante el tribunal y siendo convicto de estas abominaciones, el asesino Fritz Haarmann, de 46 años, fue decapitado con una espada y su cerebro extirpado cuidadosamente de la calavera y enviado para su estudio a la Universidad de Goettingen. El gran amor de Haarmann, Grans, con quien había reñido poco antes de ser arrestado, fue condenado a cadena perpetua, aunque después le fue conmutada la sentencia por la de 12 años de prisión.
Un tercer cómplice, un misterioso carnicero conocido como «Charles», huyó y burló todas las persecuciones que contra él se emprendieron.
El reverendo Summers observa que Haarmann era un «vampiro muy particular», y piensa que fue algo más que una coincidencia que fuese decapitado, puesto que éste es el modo de disponer la muerte de los vampiros.
Si bien cuando se cuenta la historia puede estar permitido caracterizar a Haarmann como uno de esa raza, nosotros creemos que es mucho más exacto considerarle como un sádico homosexual y un asesino lujurioso y, también, caníbal. Sea como sea, queda claro que puede clasificársele en una infinita variedad de categorías, por lo que no hay que restarle méritos a un autor tan renombrado como el difunto Montague Summers.
Un despacho aparecido el 17 de abril de 1925 en el Daily Express de Londres, daba la siguiente noticia:
El cerebro de un bandido. Plan para conservarlo para la ciencia.
Berlín, jueves, 16 de abril.
El cuerpo de Fritz Haarmann, ejecutado ayer en Hannover, por 27 asesinatos, no será enterrado hasta haber sido examinado en la Universidad de Gotinga.
Debido al carácter excepcional de sus crímenes, el caso ha levantado tremendo interés entre los científicos alemanes. Es probable que separen el cerebro y sea conservado para las autoridades de la Universidad. Central News.
¡Un vapiro no pudo hallar mejor final que ver cercenada su cabeza para mayor gloria de la ciencia!
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