jueves, 30 de marzo de 2017

¿Cómo se celebraba un aquelarre?

Veamos la narración de una bruja:


«Ha llegado la hora... Es sábado y mi Señor me llama... ¡Ah, volveré a verle y a adorarle! Pero antes debo untar mi cuerpo con el ungüento que tan grato le resulta... Sí, desnuda por completo, me unto el cuerpo por completo... Ya está. Ahora, puedo volar hacia Él. Me tumbo en el jergón... Cierro los ojos... Y de pronto, un rayo de luz me anuncia que la Luna ha salido ya en los cielos. ¡Sí, ahora voy hacia ti... hacia el lugar de reunión!... Sé que cabalgo, cabalgo, subo hasta la Luna, que me sonríe... ¡La Luna es mi cómplice! Veo por el sendero una procesión, la procesión de los iniciados y de los neófitos, de aquellos que desean ser iniciados en nuestros ritos, en nuestra antirreligión...

Ah, he llegado al claro donde se celebrará el aquelarre... donde todas y todos adorarremos al Macho Cabrío, al Gran Cabrón...

Sí, ya le veo, sentado sobre una piedra, relucientes sus cuernos... enhiesta su cola... Ahora empieza la procesión y la adoración... El Macho Cabrío se vuelve de espaldas... y todos los presentes, uno a uno, le adoramos y besamos su orificio posterior... ¡Y empieza la fiesta! ¡Los cánticos se tornan cada vez más excitantes! ¿Todas, todas nos revolcamos por el suelo, buscando un lenitivo a nuestros pesares, a nuestros ardores!

Después, llega la hora del sacrificio al Gran Cabrón. Traen el cordero atado por las patas y lo colocan sobre la hoguera preparada al efecto. Arde la leña, se degüella al cordero y es colocado sobre la pira. La sangre vertida es recogida en cuencos y repartida entre todos los presentes... ¡Ah, cómo vigoriza esta sangre! Volvemos a adorar al Macho Cabrío... ¡y la orgía sigue más frenética que antes! Circulan los manjares y las bebidas embriagadoras, que nos agitan hasta el fondo de nuestras almas... ¡estas almas que hemos vendido a nuestro Amo, el Señor de las tinieblas!»

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