lunes, 12 de octubre de 2015

Pigmalión y Galatea

Pigmalión fue un importante rey de Chipre, además de sabio y bondadoso, Pigmalión era un gran escultor, gastaba gran parte de su tiempo en crear hermosas esculturas y a menudo se quedaba hasta tarde trabajando en ellas, lo cual inquietaba a sus súbditos quienes veían como a menudo su rey gastaba su tiempo libre en sus obra sin encontrar tiempo para buscar esposa y así poder traer descendientes.

Un día Pigmalión se decidió a crear la mas hermosa de sus obras, una mujer ideal, cuya belleza fuera inigualable, pasó día y noche trabajando en su obra hasta que por fin la terminó, hizo una doncella tan hermosa que casi llego a enamorarse de ella, la vistió con las mejores ropas y la adornó con hermosas joyas, iba todas las noches a visitarla imaginando como sería aquella joven si viviera, tanto se obsesionó por ella que incluso la puso un nombre, la llamó Galatea.

Al cabo de un tiempo, Pigmalión asistió a una fiesta en honor de Afrodita, se encontraba pensando en Galatea cuando de pronto delante de todos se puso a rezar a la estatua de Afrodita suplicándole que diera vida a su Galatea, estuvo así algo de tiempo pero al no obtener ninguna respuesta de Afrodita decidió darlo por perdido y salió de la fiesta entre las burlas y el asombro de todos, volviendo a su taller con gran tristeza; sin embargo no vió que la estatua de Afrodita a la que rezaba justo antes de marcharse le había sonreído al oír sus oraciones.

Cuando por fin Pigmalión regresó a su taller, se acercó a su obra lleno de tristeza pensando en ella ya como en un sueño imposible, la besó en los labios y al hacer esto no sintió el frío marfil, sino los cálidos labios de una mujer, sorprendido quiso abrazarla y besarla de nuevo lleno de pasión y fue en este preciso instante cuando Galatea cobró vida, se volvió de carne y hueso y se enamoró perdidamente de su creador que durante tanto tiempo la había ido a visitar y tantas veces había hablado con ella aún cuando ella no era sino una estatua.

Bajó del pedestal y Pigmalión no pudo evitar preguntarle si deseaba convertirse en su reina, la reina de Chipre, a lo que Galatea respondió que tan solo deseaba ser su esposa, se casaron y como el pueblo deseaba tuvieron varios hijos, entre ellos una hermosa hija llamada Pafo, ambos reinaron felizmente y se convirtieron en los mas fieles seguidores de Afrodita.


2 comentarios:

  1. El Ideal cobrando vida por obra de la divinidad pertinente, y el objeto de sus anhelos tornando en flexible piel, conservando la suavidad marmórea e integrándose plenamente en la dimensión de quien rogaba por ello a Cipris. Un mito poderosísimo y eterno, reinterpretado y adaptado, quizá nunca tan delicioso como en la historia del Pigmalión.

    Mi enhorabuena por tu selección y, por supuesto, por mantener un rincón tan cuidado.

    Con toda mi atención.

    E.A.

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    1. Muchísimas gracias. Me alegro de que te guste y espero que sigas visitando mi Reino, un saludo

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