Levanta el vuelo,
despliega tus alas bajo el cielo,
despega tus garras del suelo.
Tranquiliza tu mente soltando tu aliento de fuego,
que las palabras no encadenen tu pensamiento,
si es necesario gritar guerra,
destruye a quien te molesta,
si es justo buscar calma,
vuela más allá de la palabra humana.
Dragón del pensamiento,
fuego de los ideales,
fuerza de los sueños.
BIENVENIDOS A MI MUNDO Aquí encontraréis escritos tanto míos como otros que encuentre interesantes y quiera compartir con vosotros, leyendas, frases, imágenes... Espero que os guste mi Infierno...
lunes, 29 de febrero de 2016
domingo, 28 de febrero de 2016
sábado, 27 de febrero de 2016
viernes, 26 de febrero de 2016
La Leyenda de Jack el Destripador
La leyenda de Jack el Destripador es quizás uno de los casos de asesinos en serie que aún después de más de 100 años de su aparición, continúa cautivando a propios y a extraños.
Y es que aunque aparentemente la policía inglesa logró vincularlo con el asesinato de al menos cinco mujeres, nunca fue llevado a juicio ni mucho menos condenado.
Y es que aunque aparentemente la policía inglesa logró vincularlo con el asesinato de al menos cinco mujeres, nunca fue llevado a juicio ni mucho menos condenado.
Jack el Destripador (Jack the Ripper en inglés) fue un asesino en serie de identidad desconocida que cometió varios crímenes en 1888, principalmente en el distrito de Whitechapel, en Londres —así como en las áreas empobrecidas de los alrededores—.
El citado apodo se originó de una carta escrita por alguien que se adjudicaba los asesinatos bajo este alias, y como resultado de su difusión por los medios de comunicación, dicho nombre pasó a ser conocido por la sociedad en general.
A pesar de ello, varias fuentes consideran que el aludido documento se trató realmente de una broma de mal gusto elaborada por algún periodista, en un intento de aumentar el interés en la historia y, al mismo tiempo tal vez armar un escándalo.
Otros alias con los que también es conocido el homicida son «El asesino de Whitechapel» y «Mandil de cuero», además de «Genio independiente», este último acuñado en una carta escrita por George Bernard Shaw.
¿Permitirán que haga un comentario acerca
del éxito del asesino de
Whitechapel a la hora de atraer la atención por
un momento hacia la
cuestión social, mientras nosotros los demócratas
sociales convencionales
perdíamos el tiempo en educación, agitación y organización? Un «genio
independiente» ha decidido actuar por su cuenta.
Con frecuencia, Jack el Destripador es descrito como un asesino inteligente, eficaz, burlón, astuto, frío y obsesionado por el asesinato. Los ataques que se le atribuyeron involucraban a mujeres prostitutas de barrios pobres y tenía un modus operandi distintivo, que consistía en estrangulación, degollamiento y mutilación abdominal. La extracción de los órganos internos de al menos tres de las víctimas llevó a pensar que el asesino tenía conocimientos anatómicos o quirúrgicos. Por otra parte, los rumores de que los asesinatos estaban relacionados entre sí se intensificaron entre septiembre y octubre de 1888, período en el que apareció una gran cantidad de misivas escritas por uno o varios sujetos anónimos, enviadas a Scotland Yard y los medios. Uno de los textos, recibido por George Lusk del Comité de Vigilancia de Whitechapel, incluía medio riñón humano preservado, supuestamente de una de las víctimas. Debido al carácter extraordinariamente brutal de los asesinatos y el enfoque que los medios de comunicación les dieron a los mismos, el público creyó que en verdad se trataba de un único asesino: Jack el Destripador. La amplia cobertura que la prensa le otorgó a dichos eventos provocó que alcanzaran notoriedad a nivel internacional. Una investigación sobre los asesinatos en Whitechapel cometidos hasta 1891 no pudo resolver con certeza si todos los crímenes se conectaban con los asesinatos en 1888; para entonces, la leyenda de Jack el Destripador comenzaba a solidificarse.
Debido a que los homicidios jamás fueron resueltos, las leyendas en torno a ellos se convirtieron en una combinación de investigación histórica genuina, folclórica, y pseudohistórica. Desde entonces, se tiene constancia de más de un centenar de teorías sobre la identidad del Destripador, mientras que los acontecimientos han influido en múltiples obras de ficción literarias, cinematográficas y artísticas.
El cadáver de la primera víctima canónica de Jack el Destripador, Mary Ann Nichols, fue encontrada en la calle Buck's Row —actual calle Durward—, Whitechapel, en la madrugada del viernes 31 de agosto de 1888. Tenía dos cortes en la garganta, y su abdomen estaba parcialmente desgarrado por una herida en forma irregular hecha con algún cuchillo, además de que presentaba muchas otras incisiones en esa misma parte de su cuerpo. A la semana siguiente, el sábado 8 de septiembre, poco antes del amanecer, se halló el cuerpo de Annie Chapman, la segunda víctima canónica, en la puerta de un patio trasero de la calle Hanbury Stree, en Spitalfields. También tenía un par de cortes en la garganta, y su abdomen había sido completamente desgarrado. Poco después se descubrió que su útero había sido extraído. Durante la investigación policíaca, un testigo dijo haber visto a Chapman a las 5:30 a.m. con un hombre de cabello oscuro y de aspecto andrajoso aunque gentil.
Fotografía mortuoria de Mary Ann Nichols |
Fotografía mortuoria de Annie Chapman |
Los cuerpos de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes fueron hallados en la misma madrugada del sábado 30 de septiembre. El de la primera estaba en Dutfield's Yard —actual calle Henriques—, Whitechapel. La víctima había fallecido de una incisión en el lado izquierdo del cuello que le dañó la artería principal. Existen dudas sobre si debiese vincularse al Destripador, o si este fue interrumpido durante el ataque ya que no presentaba heridas en el abdomen como en los casos anteriores. Algunas personas que afirmaron haber visto a Stride, horas antes del asesinato, ofrecieron distintos puntos de vista sobre la identidad del posible homicida: unas dijeron que era rubio, y otras que era de tez morena. Unas comentaron que vestía de forma andrajosa, pero otras que iba bien vestido. Cuarenta y cinco minutos después de este hallazgo, encontraron el cadáver de Eddowes en Mitre Square, en la City de Londres. Este sí tenía la garganta dañada, y un corte profundo y extenso en el abdomen. No tenía el riñón izquierdo ni la mayor parte del útero. Un vecino del lugar, Joseph Lawende, que había pasado por la escena del crimen acompañado de dos amigos poco antes del homicidio, describió haber visto a un hombre rubio de aspecto andrajoso junto con una mujer que podría haber sido Eddowes. No obstante sus amigos no pudieron avalar tal descripción. La policía encontró una parte del delantal ensangrentado de Eddowes en la entrada de una casa en la calle Goulston, Whitechapel. En la pared donde estaba tirado, justo encima, estaban escritas unas palabras que implicaban a judíos. Sin embargo, no pudo determinarse si el propio asesino había escrito tal consigna, o si se trataba de algo meramente incidental. El comisionado de la policía Charles Warren pidió que lavasen la pared para evitar posibles disturbios antisemitas. El cuerpo de la última de las cinco víctimas canónicas, Mary Jane Kelly, fue hallado sobre la cama de la recámara de su casa, en Miller's Court, calle Dorset, Spitalfields, a las 10:45 a.m., del viernes 9 de noviembre. Presentaba una profunda herida en la garganta y no tenía ningún órgano en su abdomen, ni siquiera el corazón.
Fotografía mortuoria de Catherine Eddowes |
Fotografía mortuoria de Elizabeth Stride |
Mary Jane en el momento que fue encontrado su cadáver |
La creencia de que estos asesinatos fueron cometidos por el mismo individuo proviene de documentos posteriores en los que se les relacionó entre sí, al mismo tiempo que se excluía a otros. En 1894 el asistente del jefe de la Policía Metropolitana y director del Departamento de Investigación Criminal —CID, por sus siglas en inglés—, Melville Macnaghten, aseguró en un reporte que «el asesino de Whitechapel tuvo 5 víctimas, y nada más». Aunque debe tomarse en cuenta que Macnaghten se unió a la policía un año después de los asesinatos canónicos, además de que su memorándum tiene varias incongruencias en la información dada sobre los posibles sospechosos. Ya antes, en noviembre 1888, el médico Thomas Bond había vinculado esos cinco homicidios en una carta dirigida a Robert Anderson, el entonces director del CID. Algunos investigadores coinciden en que si bien algunos de los casos fueron cometidos por el mismo sujeto de manera indudable, los restantes debieron ser responsabilidad de un número desconocido de homicidas. Para los escritores Stewart P. Evans y Donald Rumbelow el expediente de las cinco víctimas canónicas representa un mito, ya que a pesar de que tres de esos asesinatos definitivamente tienen elementos en común, no existe certeza en los de Stride, Kelly ni tampoco en el de Tabram. Sin embargo, otros sí piensan que hay evidencias suficientes para deducir que los seis casos investigados desde Tabram hasta Kelly fueron obra del mismo personaje. El Dr. Percy Clark, auxiliar del médico forense George Bagster Phillips, avaló que tres de los homicidios están relacionados, y los demás pudieron ser cometidos por «individuo[s] de mentalidad débil..., que trataban de imitar [el modus operandi del Destripador]»
En el transcurso del tiempo en que sucedieron los crímenes del Destripador, la policía, los periódicos y otros recibieron cientos de cartas sobre el caso. Algunos bien intencionados ofrecían consejos para capturar al asesino, pero la gran mayoría eran inútiles. Cientos de cartas afirmaban ser escritas por el propio asesino, y tres de éstas destacan: la carta «Querido jefe», la postal «Saucy Jacky» y la carta «Desde el infierno».
Querido Jefe, desde hace días no dejo de oír que la policía me ha atrapado, pero en realidad todavía no me ha pillado. En mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la policía para divertirme. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo de gritar. Mi cuchillo está tan bien afilado que quiero ponerme manos a la obra ahora mismo. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito [...]
Atentamente, Jack el Destripador.
La postal «Saucy Jacky» fue sellada el 1 de octubre de 1888 y recibida el mismo día por la Agencia Central de Noticias. La caligrafía es similar a la de «Querido Jefe». En ella se menciona que dos víctimas fueron asesinadas muy cerca una de la otra; la frase «esta vez un doble acontecimiento» pudiera referirse específicamente a los asesinatos de Stride y Eddowes. La carta fue enviada por correo antes de que los asesinatos se dieran a conocer, por lo que es poco probable que cualquiera tuviera conocimiento de los crímenes, pero fue sellada 24 horas después de que los asesinatos tuvieron lugar, así que no fue sino hasta mucho después que los detalles fueron conocidos por los periodistas y residentes de la zona.
No bromeaba querido jefe cuando le di el chivatazo. Mañana tendrá noticias del «Bueno de Jack». Esta vez, la cosa es doble; la primera chilló un poco y no pude rematarla, no me dio tiempo a quitarle la oreja para la policía, gracias por retener mi última carta hasta que volví al trabajo.
Jack el Destripador.
La carta «Desde el infierno» fue recibida por George Lusk, líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel, el 16 de octubre de 1888; la caligrafía y estilo de ésta difieren respecto de los de la carta «Querido jefe». La carta venía en una pequeña caja en la cual Lusk descubrió la mitad de un riñón, preservado en «espíritus de vino» (etanol). Se cree que el riñón izquierdo de Eddowes fue extraído por el asesino. En un tono tétrico, el escritor afirma que «frió y se comió» la mitad del riñón que faltaba. No obstante, hay desacuerdo sobre el órgano hallado: algunos sostienen que pertenecía a Eddowes, mientras que otros argumentan que en realidad era una broma macabra. El riñón fue examinado por el Dr. Thomas Openshaw del Hospital de Londres, quien determinó que era humano y que correspondía al lado izquierdo del cuerpo, pero (contrario a los falsos reportes de los periódicos) no pudo determinar ni la edad ni el sexo del propietario. Openshaw posteriormente recibió una carta firmada por «Jack el Destripador». «Desde el infierno» conteniendo el siguiente texto:
Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco. Firmado, Atrápeme si puede Señor Lusk.
Jack el Destripador.
Jack el Destripador destaca en cientos de trabajos de ficción, los cuales en conjunto sobrepasan las fronteras entre la realidad y la ficción, incluyendo las cartas y el Diario del Destripador. Asimismo ha sido retomado en novelas, cuentos cortos, poemas, caricaturas, juegos, canciones, obras teatrales, películas, y en la ópera.
jueves, 25 de febrero de 2016
La vida es un círculo
A los que andan por la vida
arruinando la de otros
y después siguen como si nada.
Recuerda, la vida es un círculo,
todo vuelve y te pega,
donde más te duele.
arruinando la de otros
y después siguen como si nada.
Recuerda, la vida es un círculo,
todo vuelve y te pega,
donde más te duele.
miércoles, 24 de febrero de 2016
martes, 23 de febrero de 2016
Princesas
Nacemos princesas,
pero la vida nos obliga a ser guerreras,
esconder las lágrimas tras la sonrisa más hermosa;
amamos con el corazón,
que a menudo cae en manos equivocadas,
que se rasga, pero lo cosemos con aguja e hilo.
No debemos ser la segunda opción,
porque sabemos lo que valemos;
que nadie dude nunca que antes de ser
abuelas, madres, hijas, hermanas o amigas,
somos mujeres...
pero la vida nos obliga a ser guerreras,
esconder las lágrimas tras la sonrisa más hermosa;
amamos con el corazón,
que a menudo cae en manos equivocadas,
que se rasga, pero lo cosemos con aguja e hilo.
No debemos ser la segunda opción,
porque sabemos lo que valemos;
que nadie dude nunca que antes de ser
abuelas, madres, hijas, hermanas o amigas,
somos mujeres...
Nunca supe bien en que momento...
Nunca supe bien en que momento me empecé a fijar en ti, no sé en que
momento me emocionaba cuando me hablabas, no recuerdo el momento en que
mi corazón te dejó entrar, no sé en que momento empecé a ilusionarme, no
sé en que momento mi cabeza se hizo la idea de estar contigo, pero si
recuerdo lo que pasé cuando te fuiste, la tristeza de ver pasar un día
tras otro sin saber de ti, el darme cuenta de lo poco que te importaba,
el ver que a ti te daba igual no hablar conmigo y sobre todo el tener que
autoconvencerme de que no había conseguido entrar en tu corazón como tú
habías entrado en el mío...
Abrahel
domingo, 21 de febrero de 2016
Ella sabía que él no la quería
Ella sabía que él no la quería,
pero aún sabiéndolo,
no dejaba de emocionarse
cada vez que él le escribía.
pero aún sabiéndolo,
no dejaba de emocionarse
cada vez que él le escribía.
Ojalá ese amor me haya recordado
Ojalá ese amor me haya recordado,
ojalá ese amor haya llorado
y ojalá ese amor haya sufrido...
Porque me merezco que ese amor
haya pasado por todo lo que yo y más...
Más porque yo valgo más
y ojalá se haya dado cuenta de eso
después de perderme...
Ahora toca mirar al frente,
que es por donde vendrá un amor
que me hará llorar pero de felicidad,
al que llamaré
pero a gritos cuando lo vea aparecer
y al que extrañaré
sólo cuando no pueda estar junto a él...
ojalá ese amor haya llorado
y ojalá ese amor haya sufrido...
Porque me merezco que ese amor
haya pasado por todo lo que yo y más...
Más porque yo valgo más
y ojalá se haya dado cuenta de eso
después de perderme...
Ahora toca mirar al frente,
que es por donde vendrá un amor
que me hará llorar pero de felicidad,
al que llamaré
pero a gritos cuando lo vea aparecer
y al que extrañaré
sólo cuando no pueda estar junto a él...
Abrahel
sábado, 20 de febrero de 2016
Leyenda de La gata blanca
Blanca y Miguel eran un matrimonio aparentemente feliz hasta que ella cayó presa de una gravísima enfermedad que la mantenía en cama sin poder moverse.
Al principio, Miguel se quedaba junto a ella todo el tiempo, pero pronto comenzó a agobiarse y la dejaba sola para irse de fiestas con sus amigos comenzando unos devaneos amorosos mas o menos serios con una prostituta del pueblo.
Varias veces durante sus encuentros la amante había observado que en la ventana, mientras hacían el amor, los observaba fijamente una gata blanca que no dejaba de maullar horriblemente todo el tiempo;
Extrañada, comentó el hecho con Miguel que no le concedió importancia alguna puesto que el callejón estaba siempre lleno de gatos.
Pero la chica, que procedía de un pueblo pequeño y era muy supersticiosa por naturaleza, no veía el hecho tan casual como Miguel y comenzó a observar que la gata aparecía sólo y exclusivamente cuando estaba con Miguel y desaparecía cuando él se iba de la misma misteriosa manera con la que había aparecido, y comenzó a apoderarse de ella un terror sobrenatural que fue contagiando a Miguel, que creía ver al animal por todos lados.
Mientras tanto, Blanca cada vez estaba peor de su enfermedad, frecuentemente sufría de graves dolores y pesadillas, lo que hacia que Miguel tuviese que quedarse junto a ella y no pudiese salir a reunirse con su amante.
Una noche, no aguantando mas la situación decidió salir a pesar de que Blanca no se encontraba bien.
- No deberías salir hoy, esta muy grave - le advirtió la hermana de Blanca.
- Métete en tus asuntos – contestó cortante.- Volveré pronto, llámame al móvil si necesitáis algo.
Sin darle ni siquiera tiempo a contestar salió de la casa con aire decidido. Dispuesto a acabar con aquella tontería del gato para siempre.
Ensimismado en estos y otros pensamientos andaba cuando vio frente a él a la gata.
Durante unos segundos se apoderó de él un terror ciego pero se sobrepuso y apuñaló al animal varias veces a sangre fría para asegurarse de que acababa con él para siempre.
-¡Se acabó!- murmuró mientras se encendía un cigarrillo y se dirigía al prostíbulo a reunirse con su amante.
Si embargo, nunca llego a entrar, no había dado ni dos pasos cuando recibió la aterrorizada llamada de su cuñada anunciándole que Blanca acababa de morir presa de fuertes y espantosos dolores y gritando el nombre de Miguel entre gritos y maullidos.
Al principio, Miguel se quedaba junto a ella todo el tiempo, pero pronto comenzó a agobiarse y la dejaba sola para irse de fiestas con sus amigos comenzando unos devaneos amorosos mas o menos serios con una prostituta del pueblo.
Varias veces durante sus encuentros la amante había observado que en la ventana, mientras hacían el amor, los observaba fijamente una gata blanca que no dejaba de maullar horriblemente todo el tiempo;
Extrañada, comentó el hecho con Miguel que no le concedió importancia alguna puesto que el callejón estaba siempre lleno de gatos.
Pero la chica, que procedía de un pueblo pequeño y era muy supersticiosa por naturaleza, no veía el hecho tan casual como Miguel y comenzó a observar que la gata aparecía sólo y exclusivamente cuando estaba con Miguel y desaparecía cuando él se iba de la misma misteriosa manera con la que había aparecido, y comenzó a apoderarse de ella un terror sobrenatural que fue contagiando a Miguel, que creía ver al animal por todos lados.
Mientras tanto, Blanca cada vez estaba peor de su enfermedad, frecuentemente sufría de graves dolores y pesadillas, lo que hacia que Miguel tuviese que quedarse junto a ella y no pudiese salir a reunirse con su amante.
Una noche, no aguantando mas la situación decidió salir a pesar de que Blanca no se encontraba bien.
- No deberías salir hoy, esta muy grave - le advirtió la hermana de Blanca.
- Métete en tus asuntos – contestó cortante.- Volveré pronto, llámame al móvil si necesitáis algo.
Sin darle ni siquiera tiempo a contestar salió de la casa con aire decidido. Dispuesto a acabar con aquella tontería del gato para siempre.
Ensimismado en estos y otros pensamientos andaba cuando vio frente a él a la gata.
Durante unos segundos se apoderó de él un terror ciego pero se sobrepuso y apuñaló al animal varias veces a sangre fría para asegurarse de que acababa con él para siempre.
-¡Se acabó!- murmuró mientras se encendía un cigarrillo y se dirigía al prostíbulo a reunirse con su amante.
Si embargo, nunca llego a entrar, no había dado ni dos pasos cuando recibió la aterrorizada llamada de su cuñada anunciándole que Blanca acababa de morir presa de fuertes y espantosos dolores y gritando el nombre de Miguel entre gritos y maullidos.
viernes, 19 de febrero de 2016
Ella es una chica normal
Ella es una chica normal
con aspiraciones diferentes.
Ella no sueña con un Príncipe Azul
que la lleve a su castillo,
porque sabe que luchando
ella misma lo puede crear.
Ella es amante de la poesía,
sin embargo no cree
en las palabras de cualquiera.
Ella se vuelve loca escuchando música,
pero le importa más la letra que el género.
Ella es bonita, no obstante,
es un arma que no usa para lograr ser querida.
Ella podría ser perfecta,
pero prefiere ser ella misma.
con aspiraciones diferentes.
Ella no sueña con un Príncipe Azul
que la lleve a su castillo,
porque sabe que luchando
ella misma lo puede crear.
Ella es amante de la poesía,
sin embargo no cree
en las palabras de cualquiera.
Ella se vuelve loca escuchando música,
pero le importa más la letra que el género.
Ella es bonita, no obstante,
es un arma que no usa para lograr ser querida.
Ella podría ser perfecta,
pero prefiere ser ella misma.
jueves, 18 de febrero de 2016
Te pintaré un cielo de estrellas
Te pintaré un cielo de estrellas
como tú pintas de colores mi mundo,
para que cuando te sientas solo sin mi
mires al cielo y las contemples a ellas.
Ellas velarán tus noches
cuando yo no pueda estar contigo,
y vigilarán tus sueños mientras duermes
porque cuidarte es su cometido.
Y cuando estemos juntos
nuestras estrellas nos miraran,
desde el cielo iluminarán nuestro camino
y nuestro amor ellas cuidarán.
como tú pintas de colores mi mundo,
para que cuando te sientas solo sin mi
mires al cielo y las contemples a ellas.
Ellas velarán tus noches
cuando yo no pueda estar contigo,
y vigilarán tus sueños mientras duermes
porque cuidarte es su cometido.
Y cuando estemos juntos
nuestras estrellas nos miraran,
desde el cielo iluminarán nuestro camino
y nuestro amor ellas cuidarán.
Abrahel
martes, 16 de febrero de 2016
Leyenda de El bosque de los suicidios
Cartel que disuade a los posibles suicidas |
"Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres. Por favor, piensa en ellos, en tus hermanos e hijos. Por favor, busca ayuda y no atravieses este lugar solo". Así reza el cartel que uno se encuentra al entrar a este mágico y a la vez tenebroso bosque en las faldas del monte Fuji.
Cuando uno anda entre sus árboles, puede apreciar restos de cadáveres o de los enseres de los que en su día tomaron la fatal decisión de "volar" hacia el otro lado y despedirse de una vida para ellos cruel. ¿Cual es el motivo de que los suicidas escojan este enclave para poner fin a sus vidas? En Japón, cuando una persona toma la decisión de suicidarse y, por ejemplo, se arroja a las vías del metro, la familia tiene que costear las molestias ocasionadas y además indemnizar al resto de viajeros por el retraso sufrido. Es por ello que se piensa que este enclave, con el paso de los años, ha ido labrando su fama y se ha convertido en un punto negro de suicidios al no suponer ningún tipo de coste para las familias de los suicidas.
Cuando uno anda entre sus árboles, puede apreciar restos de cadáveres o de los enseres de los que en su día tomaron la fatal decisión de "volar" hacia el otro lado y despedirse de una vida para ellos cruel. ¿Cual es el motivo de que los suicidas escojan este enclave para poner fin a sus vidas? En Japón, cuando una persona toma la decisión de suicidarse y, por ejemplo, se arroja a las vías del metro, la familia tiene que costear las molestias ocasionadas y además indemnizar al resto de viajeros por el retraso sufrido. Es por ello que se piensa que este enclave, con el paso de los años, ha ido labrando su fama y se ha convertido en un punto negro de suicidios al no suponer ningún tipo de coste para las familias de los suicidas.
Quien se adentra en este bosque, coincide en describir que
los restos de los suicidios apenas son visibles un kilómetro a través del
bosque, a partir de ese kilómetro, apenas existe rastro de los mismos y que su
silencio a partir de este punto es tal que no han sido pocos los que dicen
haber escuchado lamentos y gritos, atribuyéndolos a aquellas almas en pena que,
arrepentidas por haberse quitado la vida, han quedado atrapadas en este
enclave.
Pero se dice que no todas las muertes son suicidios en este
enclave, ya que la leyenda popular tiñe a este enclave de misterioso, y dice
que quien se atreve a adentrarse en sus profundidades, se desorienta y muere
con el paso de los días debido a la escasez de víveres. No obstante, esta
hipótesis ha sido desmentida por la propia policía ya que ellos mismos han
experimentado con brújulas en su interior y han declarado su perfecto
funcionamiento.
Una de las historias más escalofriantes de las que se relacionan con este bosque es la que os contaré a continuación:
Era una noche fría y oscura del mes de enero. Juan conducía su vehículo a toda prisa por una carretera cercana a un bosque tristemente conocido en los alrededores por la cantidad de intentos de suicido que en el habían acontecido.
Hacia poco que había acabado de llover y no había apenas estrellas lo que confería al bosque, ya de por si tétrico y lúgubre, un aspecto nada tranquilizador.
"Dios mío, no me extraña que vengan aquí a suicidarse, esto es desolador".-pensó para si en voz alta mientras encendía la radio a todo volumen para apartar los pensamientos negativos. Bastante miedo sentía ya.
De pronto, algo llamo su atención al llegar a la curva del barranco.
De un frenazo paró el coche y salió a toda prisa al ver que se trataba de una joven tirada en la carretera y un chico haciéndole señas con los brazos para que los ayudase.
Con ayuda del chico metieron a la joven que se encontraba inconsciente y cubierta de sangre en el coche y se dirigieron al hospital a toda prisa.
Durante el camino el joven le explico que sus padres no consentían su noviazgo y habían decidido suicidarse pero en el ultimo momento se habían arrepentido y decidido luchar por su amor y le suplicaba que se diese prisa. Consejo totalmente innecesario porque Juan no recordaba haber corrido mas en toda su vida. minutos antes de llegar al hospital el joven perdió el conocimiento.
-"Por favor ayúdenme, traigo a dos personas que están muy graves".- pidió Juan a las enfermeras.
A toda prisa los metieron en el quirófano mientras Juan explicaba a los doctores lo que había sucedido.
Al cabo de un buen rato salió el doctor que los estaba atendiendo y se dirigió hacia Juan.
-"¿Señor García? Siéntese... Vamos a ver, según lo que explicó los encontró en el bosque, ¿verdad?"
-"Sí, justo en mitad de la curva"
-"¿Hace cuánto tiempo de eso Señor García?"
-"Hará.. como una hora o un poco más.. no podria precisarle,vinimos a toda prisa."
-"Y dice que habló con el chico."
-"Sí, la chica no estaba consciente pero el chico me explicó lo que pasó y todo el camino me estaba diciendo que corriera, que me diera prisa, ¿se pondrán bien?".
-"Todo esto es muy extraño Señor García, según la autopsia llevan muertos mas de 5 horas".
lunes, 15 de febrero de 2016
Aquí me tienes pensando en ti
Aquí me tienes pensando en ti como siempre
bajo la sombra de la duda,
esperando inventar el pretexto más tonto
para salir a buscarte
y arrojar las palabras que me trago
para confesarte la falta que me haces.
bajo la sombra de la duda,
esperando inventar el pretexto más tonto
para salir a buscarte
y arrojar las palabras que me trago
para confesarte la falta que me haces.
domingo, 14 de febrero de 2016
San Valentín
A mi no me sirve que me quiera un 14 de febrero porque es el día de San Valentín...
A mi me sirve que me quiera todos los días y me lo demuestre con pequeños detalles.
A mi no me sirve que el día 14 me traiga un gran regalo a casa o al trabajo...
A mi me sirve que todos los días me haga pequeños regalos... Pero no regalos materiales, no, esos no sirven, porque para eso sólo hay que tener dinero, incluso puede mandar a alguien a comprarlos... No...
A mi me sirven los pequeños detalles de cada día...
Tener un mensaje de Buenos Días esperándome en el móvil cuando me levanto, hablar con él de todo y de nada, que me pregunte si estudio, qué voy a hacer durante el día, que se preocupe de si como, qué como, si estoy bien, si estoy mal, que esté pendiente de mi cuando estoy enferma, que le importe si tengo frío, o tengo calor, que quiera pasar tiempo conmigo, que se preocupe de que me sienta querida y por supuesto que no falten las Buenas Noches antes de irnos a dormir...
Estos y muchos más detalles son los que me valen para sentir que me quiere, y para eso, no hace falta que sea 14 de febrero ni San Valentín.
A mi me sirve que me quiera todos los días y me lo demuestre con pequeños detalles.
A mi no me sirve que el día 14 me traiga un gran regalo a casa o al trabajo...
A mi me sirve que todos los días me haga pequeños regalos... Pero no regalos materiales, no, esos no sirven, porque para eso sólo hay que tener dinero, incluso puede mandar a alguien a comprarlos... No...
A mi me sirven los pequeños detalles de cada día...
Tener un mensaje de Buenos Días esperándome en el móvil cuando me levanto, hablar con él de todo y de nada, que me pregunte si estudio, qué voy a hacer durante el día, que se preocupe de si como, qué como, si estoy bien, si estoy mal, que esté pendiente de mi cuando estoy enferma, que le importe si tengo frío, o tengo calor, que quiera pasar tiempo conmigo, que se preocupe de que me sienta querida y por supuesto que no falten las Buenas Noches antes de irnos a dormir...
Estos y muchos más detalles son los que me valen para sentir que me quiere, y para eso, no hace falta que sea 14 de febrero ni San Valentín.
Abrahel
sábado, 13 de febrero de 2016
Soy el puzzle a tu medida
Los espacios de entre mis dedos
se crearon para ser llenados con los tuyos...
Encaja tu mano en la mía,
no me sueltes,
soy el puzzle a tu medida.
se crearon para ser llenados con los tuyos...
Encaja tu mano en la mía,
no me sueltes,
soy el puzzle a tu medida.
Ésta demonia dura y fría todavía puede llorar
Cuando pensé que ya no me quedaban lágrimas
tú me haces ver que no es verdad,
que ésta demonia dura y fría
todavía puede llorar.
Ha caído una lágrima, dos, quizá tres,
tal vez para ti no sea gran cosa
pero te aseguro que ésta demonia
lloró por última vez.
tú me haces ver que no es verdad,
que ésta demonia dura y fría
todavía puede llorar.
Ha caído una lágrima, dos, quizá tres,
tal vez para ti no sea gran cosa
pero te aseguro que ésta demonia
lloró por última vez.
viernes, 12 de febrero de 2016
jueves, 11 de febrero de 2016
Quién me iba a decir...
Quién me iba a decir que iba a encontrar a alguien
que le gustara mi locura,
que mis excentricidades
no le parecieran una vulgaridad,
que se preocupara de mis inquietudes y mis dudas...
Solo puedo decir que eres único
y que como tú no hay más.
que le gustara mi locura,
que mis excentricidades
no le parecieran una vulgaridad,
que se preocupara de mis inquietudes y mis dudas...
Solo puedo decir que eres único
y que como tú no hay más.
Abrahel
miércoles, 10 de febrero de 2016
La leyenda de "The hands resist him". La pintura maldita
También conocida como “la pintura embrujada de eBay”, es una pintura creada por el pintor norteamericano Hill Stoneham, en 1972. Representa un joven junto a una muñeca, de pie, delante de una puerta con paneles de cristal contra el que muchas manos se presionan. Según el artista, el niño se basa en una fotografía de sí mismo de 5 años, y se interpreta como que la puerta es una representación de la línea divisoria entre el mundo de vigilia y el mundo de los sueños y posibilidades, y la muñeca es una guía que acompaña al niño a través de ello. Las manos representan a las diferentes posibilidades de vida del niño. Esta inquietante (y para algunos horrible) pintura, se convirtió en objeto de una leyenda urbana en febrero de 2000, cuando se puso en subasta venta en eBay, y se hizo público su compleja y aterradora historia.
La historia del cuadro
La pintura fue mostrada en una galería de Luisiana durante la década de 1970, momento en el que fue revisado por el crítico de arte de “Los Angeles Times”. Fue entonces comprada por el actor John Marley, recordado por su papel como Jack Woltz, en “El Padrino”. En algún momento después de la muerte de Marley, la pintura se dice entró en posesión de un joven de California, después de haber sido encontrado en una antigua fábrica de cerveza.
La pintura apareció en eBay en febrero de 2000. Según el vendedor -el joven desconocido antes mencionado-, la pintura es portadora de algún tipo de maldición: en su descripción del cuadro para eBay, se alegó que los personajes de la pintura, durante la noche, salen de la pintura y entran en la sala o cuarto donde el cuadro esté expuesto; en el anuncio de venta, también fueron colocadas una serie de fotos del cuadro “cambiando de forma en la noche”, las cuales se dijo que habían sido capturadas por una cámara web. Para aumentar la imagen de “objeto maldito” de la pintura, el vendedor incluyó una cláusula de exención de responsabilidad, que eximía al vendedor de toda responsabilidad, si la pintura era adquirida.
La noticia acerca del cuadro y su maldición se extendió rápidamente por los usuarios de Internet. Al poco tiempo, algunas personas afirmaron que, simplemente viendo la foto de la pintura, comenzaron a sentirse mal o tener experiencias desagradables; muchos más aseguraron sentir un inexplicable pavor al verla. Otros inquietantes informes, hablaban de reacciones extrañas al ver las imágenes. Entre ellas figuraban las de personas que cayeron violenta e inexplicablemente enfermos o sufrieron desmayos, niños gritando al ver la pintura y los observadores que aseguraron que tras ver el cuadro, se sintieron poseídos por una "entidad invisible”.
"Una impresora Epson, nueva, se volvió loca y se comió y mutiló página tras página sin parar, cuando un visitante intentó descargar e imprimir imágenes de la pintura", fue uno de los testimonios más impactantes. El anuncio en la página de la subasta fue visto más de 30.000 veces en menos de 30 días.
Tras una oferta inicial de US$ 199, la pintura finalmente recibió 30 ofertas y se vendió por US$ 1.025. La galería de arte Perception en Grand Rapids, Michigan, se puso en contacto con Bill Stoneham, sorprendidos por todas las extrañas historias y la interpretación de las imágenes que los internautas reportaban, y por la inusual historia de su subasta en eBay, convirtiéndose en su nuevo propietario. Poco después, la leyenda del cuadro maldito se acrecentó, primero cuando el nuevo propietario informó acerca de un exorcista que fue a ver el cuadro, y afirmó haber sentido “una voz junto con un chorro de aire caliente… como al estar de pie frente a la puerta del horno”.
Lo segundo fue cuando Stoneham declaró posteriormente que tanto el propietario de la galería, como el crítico de arte que la revisó inicialmente, murieron en un plazo menor a un año de entrar en contacto con la pintura...
La historia del cuadro
La pintura fue mostrada en una galería de Luisiana durante la década de 1970, momento en el que fue revisado por el crítico de arte de “Los Angeles Times”. Fue entonces comprada por el actor John Marley, recordado por su papel como Jack Woltz, en “El Padrino”. En algún momento después de la muerte de Marley, la pintura se dice entró en posesión de un joven de California, después de haber sido encontrado en una antigua fábrica de cerveza.
La pintura apareció en eBay en febrero de 2000. Según el vendedor -el joven desconocido antes mencionado-, la pintura es portadora de algún tipo de maldición: en su descripción del cuadro para eBay, se alegó que los personajes de la pintura, durante la noche, salen de la pintura y entran en la sala o cuarto donde el cuadro esté expuesto; en el anuncio de venta, también fueron colocadas una serie de fotos del cuadro “cambiando de forma en la noche”, las cuales se dijo que habían sido capturadas por una cámara web. Para aumentar la imagen de “objeto maldito” de la pintura, el vendedor incluyó una cláusula de exención de responsabilidad, que eximía al vendedor de toda responsabilidad, si la pintura era adquirida.
La noticia acerca del cuadro y su maldición se extendió rápidamente por los usuarios de Internet. Al poco tiempo, algunas personas afirmaron que, simplemente viendo la foto de la pintura, comenzaron a sentirse mal o tener experiencias desagradables; muchos más aseguraron sentir un inexplicable pavor al verla. Otros inquietantes informes, hablaban de reacciones extrañas al ver las imágenes. Entre ellas figuraban las de personas que cayeron violenta e inexplicablemente enfermos o sufrieron desmayos, niños gritando al ver la pintura y los observadores que aseguraron que tras ver el cuadro, se sintieron poseídos por una "entidad invisible”.
"Una impresora Epson, nueva, se volvió loca y se comió y mutiló página tras página sin parar, cuando un visitante intentó descargar e imprimir imágenes de la pintura", fue uno de los testimonios más impactantes. El anuncio en la página de la subasta fue visto más de 30.000 veces en menos de 30 días.
Tras una oferta inicial de US$ 199, la pintura finalmente recibió 30 ofertas y se vendió por US$ 1.025. La galería de arte Perception en Grand Rapids, Michigan, se puso en contacto con Bill Stoneham, sorprendidos por todas las extrañas historias y la interpretación de las imágenes que los internautas reportaban, y por la inusual historia de su subasta en eBay, convirtiéndose en su nuevo propietario. Poco después, la leyenda del cuadro maldito se acrecentó, primero cuando el nuevo propietario informó acerca de un exorcista que fue a ver el cuadro, y afirmó haber sentido “una voz junto con un chorro de aire caliente… como al estar de pie frente a la puerta del horno”.
Lo segundo fue cuando Stoneham declaró posteriormente que tanto el propietario de la galería, como el crítico de arte que la revisó inicialmente, murieron en un plazo menor a un año de entrar en contacto con la pintura...
martes, 9 de febrero de 2016
lunes, 8 de febrero de 2016
Encontré a mi Demonio
Encontré a mi Demonio,
mi motero de fuego,
el que tanto esperaba,
el que abre mi Infierno.
Con él yo soy feliz,
y con él viviré mis sueños,
desde que llegó mi motero,
de mi vida es dueño.
mi motero de fuego,
el que tanto esperaba,
el que abre mi Infierno.
Con él yo soy feliz,
y con él viviré mis sueños,
desde que llegó mi motero,
de mi vida es dueño.
Abrahel
domingo, 7 de febrero de 2016
Las lágrimas caen...
La lluvia cae porque la nube ya no puede soportar el peso.
Las lágrimas caen porque el corazón ya no puede soportar el dolor.
Las lágrimas caen porque el corazón ya no puede soportar el dolor.
sábado, 6 de febrero de 2016
viernes, 5 de febrero de 2016
Tal vez
Tal vez...
Si lo miro a
los ojos
y le digo lo
que siento
esa noche lo
conquistaré...
Tal vez...
Si le digo
que me agrada,
aunque no
consiga nada
pero al
menos lo intentaré...
Tal vez...
Si tan sólo
con tocarlo
consiguiera
que me amara,
mis caricias
quemarían su piel...
Tal vez...
Si supiera
que me estoy volviendo loca por él,
que me muero
por él...
jueves, 4 de febrero de 2016
Leyenda de El sacamantecas de Gador. La “verdadera” historia del Hombre del Saco
En España, sobretodo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX abundaron las historias sobre “Hombres del Saco” que atrapaban mujeres y niños con fines criminales. Uno de los más conocidos fue Diaz de Garayo, aldeano alavés que acabó con la vida de unas cuantas prostitutas allá por el final del siglo XIX. Pero aquí os hablaré de otro de esos “Hombres del Saco”, quizá menos famoso que el anterior, pero con una historia tan interesante que nos ha “obligado” a llevarla a la gran pantalla.
Se trata de Francisco Leona, el Sacamantecas de Almería.
Todo sucedió en un pueblecito llamado Gador, situado en la vega del río Andarax y a quince kilómetros de Almería. Allí fue asesinado un niño de siete años, Bernardo Gómez, a manos de un grupo de hombres y mujeres desalmado. Es una historia sobrecogedora. Sucedió el 28 de junio de 1910. Aquella tarde, los padres de Bernardo notaron su falta y comenzaron a buscarlo y ante el resultado negativo de la búsqueda, decidieron dar conocimiento del hecho a la Guardia Civil.
Tanto la Guardia Civil como muchos vecinos del pueblo comenzaron una incansable búsqueda del pequeño que resultó infructuosa hasta que finalmente, a las cuatro de la tarde se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Gádor, un vecino del mismo pueblo llamado Julio Hernandez, apodado “el tonto”, diciendo que había encontrado al niño en un barranco tapado con unas piedras. Según refirió estaba muerto y completamente destrozado.
En efecto, el cadáver de Bernardo fue hallado en un barranco a unos cinco kilómetros de Gádor, cubierto con piedras y matorrales arrancados de los alrededores. La muerte se produjo a consecuencia de los golpes, lo que se desconocía eran las circunstancias de la herida en la axila, cuyo propósito fue obtener sangre y la extracción de las grasas del vientre ¿Para qué?
Algunos señalaron sin vacilar hacia un mismo personaje: una mala persona llamada Francisco Leona, de 75 años de edad y barbero y curandero de profesión. Pariente de los caciques, pasó de niño mimado a matón cruel y despiadado. Los antecedentes acumulados a lo largo de sus setenta y cinco años, que hicieron a la Guardia Civil considerar la posibilidad de que fuera el asesino.
Leona ofreció una coartada en los primeros interrogatorios a los que fue sometido e insinuó la posibilidad de que el infanticidio lo hubiera cometido Julio “el tonto”. La Guardia Civil le detuvo. Ambos fueron conducidos a la cárcel de Almería y ya allí sometidos a interrogatorios y careos. Se acusaban mutuamente.Por fin, Julio mantuvo reiteradamente su acusación contra Leona, confesándose a la vez cómplice; y Leona terminó confesando también.
Así pudieron conocerse todos los pormenores del infanticidio, sus móviles y la totalidad de los cómplices y encubridores, que ese mismo día durmieron en la cárcel: Francisco Leona, Francisco Ortega Rodríguez “el moruno” , Julio Hernandez “el tonto” y Agustina Rodríguez la curandera. La reconstrucción del asesinato no resultó fácil, pero al final de varias sesiones se pudo saber toda la verdad.
El infanticidio estaba relacionado con absurdas prácticas del más primitivo curanderismo, aquel que propiciaba el vampirismo de la sangre joven como método seguro para recuperar la salud y el vigor perdidos por la enfermedad o la vejez. Se supo tras la reconstrucción del asesinato que al niño Bernardo le extrajeron la sangre para que la bebiera aún caliente una persona enferma, y las mantecas para que le sirvieran de emplasto con el fin de combatir su tuberculosis.
El enfermo era Francisco Ortega “el moruno”, un agricultor de 55 años afectado por la tuberculosis, inculto, de reacciones primitivas y tremendamente obsesionado con su vida y su salud. Cuando “el moruno” se sintió enfermo acudió a la curandera Agustina Rodriguez. Ante la incapacidad para mejorar su salud, le puso en contacto con Leona, y fue a este desalmado a quien se le ocurrió asesinar a un niño, porque estimó que cuanto más difícil, complejo y monstruoso fuese el remedio, más dinero estaría dispuesto a pagar “el moruno”. Unos días antes del infanticidio, se reunieron Leona, el enfermo y la curandera Agustina. Entonces, tras asegurar al “moruno” que su enfermedad era mortal de necesidad le comunicó que él tenía el remedio:
“Es necesario que te bebas la sangre de un niño robusto y sano; pero la sangre tiene que estar caliente, según vaya brotando… y luego tendrás que ponerte sus mantecas en el pecho como una cataplasma.”
Francisco Ortega, “el moruno“, dudó durante unos instantes, pero finalmente decidió que “la salud era antes que Dios”. Acordaron que los dos curanderos se encargarían de todo: raptar al niño, llevarlo a un lugar seguro y avisar al “moruno” en el momento oportuno. Julio, el hijo de Agustina, aceptó el encargo: él ayudaría a Leona a raptar a un niño y lo cargaría hasta el cortijo donde se llevaría a cabo el sacrificio a cambio de cincuenta pesetas.
En la tarde del 28 de junio, Francisco Leona y Julio Hernandez “el tonto” merodeaban al acecho de su presa cuando vieron aproximarse a tres chiquillos que jugaban. Los asesinos esperaron la oportunidad tras unos matorrales, hasta que uno de los niños, Bernardo, se alejó un poco de sus amigos. Saltó sobre él Leona, tapándole la boca y la nariz con un pañuelo impregnado en cloroformo, con lo que el niño se desvaneció. El curandero lo arrastró hasta donde estaba escondido Julio y lo introdujeron en un saco.
En una casa apartada, extrajeron al niño del interior del saco. Junto a la cabeza de Bernardo se situó el enfermo, sentado en una silla baja y a su lado, Leona empuñaba la afilada navaja. José se hallaba sentado en el poyo. Cuando la navaja atravesó con una puñalada certera la axila del niño, la sangre comenzó a brotar en un chorro continuo; caía en el interior del vaso que la curandera sostenía debajo. Luego, ésta añadió a la sangre un par de cucharadas de azúcar y se la dio a beber al enfermo.
Terminada la sangría, Leona ordenó al enfermo que regresara a su casa, donde recibiría el segundo remedio para curar sus males. Vendó el brazo del niño para detener la hemorragia, volvió a meter al niño en el saco y de nuevo Leona y “el tonto” cruzaron los campos hasta llegar al lugar que habían elegido para esconderlo; allí lo remataron y le extrajeron la grasa del vientre. Después, entre los dos introdujeron el cadáver de Bernardo en una grieta de la quebrada y lo cubrieron con algunas piedras y matas. Posteriormente “el tonto” dijo haber descubierto el cadáver de Bernardo por casualidad, para poner a la Justicia en la pista de su madre y Leona, en venganza porque a la mañana siguiente al asesinato no quisieron pagarle las cincuenta pesetas prometidas.
Francisco Leona murió en la cárcel sin llegar a conocer la sentencia que le hubiera correspondido: garrote vil. El Tribunal condenó a la pena de muerte en garrote a Francisco Ortega “el moruno”, a Agustina Rodriguez y a Julio Hernandez “el tonto“. Los informes psiquiátricos influyeron para que “el tonto” fuera indultado, pero las demás penas se cumplieron.
Se trata de Francisco Leona, el Sacamantecas de Almería.
Todo sucedió en un pueblecito llamado Gador, situado en la vega del río Andarax y a quince kilómetros de Almería. Allí fue asesinado un niño de siete años, Bernardo Gómez, a manos de un grupo de hombres y mujeres desalmado. Es una historia sobrecogedora. Sucedió el 28 de junio de 1910. Aquella tarde, los padres de Bernardo notaron su falta y comenzaron a buscarlo y ante el resultado negativo de la búsqueda, decidieron dar conocimiento del hecho a la Guardia Civil.
Tanto la Guardia Civil como muchos vecinos del pueblo comenzaron una incansable búsqueda del pequeño que resultó infructuosa hasta que finalmente, a las cuatro de la tarde se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Gádor, un vecino del mismo pueblo llamado Julio Hernandez, apodado “el tonto”, diciendo que había encontrado al niño en un barranco tapado con unas piedras. Según refirió estaba muerto y completamente destrozado.
En efecto, el cadáver de Bernardo fue hallado en un barranco a unos cinco kilómetros de Gádor, cubierto con piedras y matorrales arrancados de los alrededores. La muerte se produjo a consecuencia de los golpes, lo que se desconocía eran las circunstancias de la herida en la axila, cuyo propósito fue obtener sangre y la extracción de las grasas del vientre ¿Para qué?
Algunos señalaron sin vacilar hacia un mismo personaje: una mala persona llamada Francisco Leona, de 75 años de edad y barbero y curandero de profesión. Pariente de los caciques, pasó de niño mimado a matón cruel y despiadado. Los antecedentes acumulados a lo largo de sus setenta y cinco años, que hicieron a la Guardia Civil considerar la posibilidad de que fuera el asesino.
Leona ofreció una coartada en los primeros interrogatorios a los que fue sometido e insinuó la posibilidad de que el infanticidio lo hubiera cometido Julio “el tonto”. La Guardia Civil le detuvo. Ambos fueron conducidos a la cárcel de Almería y ya allí sometidos a interrogatorios y careos. Se acusaban mutuamente.Por fin, Julio mantuvo reiteradamente su acusación contra Leona, confesándose a la vez cómplice; y Leona terminó confesando también.
Así pudieron conocerse todos los pormenores del infanticidio, sus móviles y la totalidad de los cómplices y encubridores, que ese mismo día durmieron en la cárcel: Francisco Leona, Francisco Ortega Rodríguez “el moruno” , Julio Hernandez “el tonto” y Agustina Rodríguez la curandera. La reconstrucción del asesinato no resultó fácil, pero al final de varias sesiones se pudo saber toda la verdad.
El infanticidio estaba relacionado con absurdas prácticas del más primitivo curanderismo, aquel que propiciaba el vampirismo de la sangre joven como método seguro para recuperar la salud y el vigor perdidos por la enfermedad o la vejez. Se supo tras la reconstrucción del asesinato que al niño Bernardo le extrajeron la sangre para que la bebiera aún caliente una persona enferma, y las mantecas para que le sirvieran de emplasto con el fin de combatir su tuberculosis.
El enfermo era Francisco Ortega “el moruno”, un agricultor de 55 años afectado por la tuberculosis, inculto, de reacciones primitivas y tremendamente obsesionado con su vida y su salud. Cuando “el moruno” se sintió enfermo acudió a la curandera Agustina Rodriguez. Ante la incapacidad para mejorar su salud, le puso en contacto con Leona, y fue a este desalmado a quien se le ocurrió asesinar a un niño, porque estimó que cuanto más difícil, complejo y monstruoso fuese el remedio, más dinero estaría dispuesto a pagar “el moruno”. Unos días antes del infanticidio, se reunieron Leona, el enfermo y la curandera Agustina. Entonces, tras asegurar al “moruno” que su enfermedad era mortal de necesidad le comunicó que él tenía el remedio:
“Es necesario que te bebas la sangre de un niño robusto y sano; pero la sangre tiene que estar caliente, según vaya brotando… y luego tendrás que ponerte sus mantecas en el pecho como una cataplasma.”
Francisco Ortega, “el moruno“, dudó durante unos instantes, pero finalmente decidió que “la salud era antes que Dios”. Acordaron que los dos curanderos se encargarían de todo: raptar al niño, llevarlo a un lugar seguro y avisar al “moruno” en el momento oportuno. Julio, el hijo de Agustina, aceptó el encargo: él ayudaría a Leona a raptar a un niño y lo cargaría hasta el cortijo donde se llevaría a cabo el sacrificio a cambio de cincuenta pesetas.
En la tarde del 28 de junio, Francisco Leona y Julio Hernandez “el tonto” merodeaban al acecho de su presa cuando vieron aproximarse a tres chiquillos que jugaban. Los asesinos esperaron la oportunidad tras unos matorrales, hasta que uno de los niños, Bernardo, se alejó un poco de sus amigos. Saltó sobre él Leona, tapándole la boca y la nariz con un pañuelo impregnado en cloroformo, con lo que el niño se desvaneció. El curandero lo arrastró hasta donde estaba escondido Julio y lo introdujeron en un saco.
En una casa apartada, extrajeron al niño del interior del saco. Junto a la cabeza de Bernardo se situó el enfermo, sentado en una silla baja y a su lado, Leona empuñaba la afilada navaja. José se hallaba sentado en el poyo. Cuando la navaja atravesó con una puñalada certera la axila del niño, la sangre comenzó a brotar en un chorro continuo; caía en el interior del vaso que la curandera sostenía debajo. Luego, ésta añadió a la sangre un par de cucharadas de azúcar y se la dio a beber al enfermo.
Terminada la sangría, Leona ordenó al enfermo que regresara a su casa, donde recibiría el segundo remedio para curar sus males. Vendó el brazo del niño para detener la hemorragia, volvió a meter al niño en el saco y de nuevo Leona y “el tonto” cruzaron los campos hasta llegar al lugar que habían elegido para esconderlo; allí lo remataron y le extrajeron la grasa del vientre. Después, entre los dos introdujeron el cadáver de Bernardo en una grieta de la quebrada y lo cubrieron con algunas piedras y matas. Posteriormente “el tonto” dijo haber descubierto el cadáver de Bernardo por casualidad, para poner a la Justicia en la pista de su madre y Leona, en venganza porque a la mañana siguiente al asesinato no quisieron pagarle las cincuenta pesetas prometidas.
Francisco Leona murió en la cárcel sin llegar a conocer la sentencia que le hubiera correspondido: garrote vil. El Tribunal condenó a la pena de muerte en garrote a Francisco Ortega “el moruno”, a Agustina Rodriguez y a Julio Hernandez “el tonto“. Los informes psiquiátricos influyeron para que “el tonto” fuera indultado, pero las demás penas se cumplieron.
miércoles, 3 de febrero de 2016
martes, 2 de febrero de 2016
Leyenda de La Vampira del Carrer Ponent
Enriqueta Martí sembró de horror la Barcelona de 1912.
Secuestraba, prostituía y asesinaba a niños para extraerles la sangre, las grasas y el tuétano de los huesos y elaborar pócimas que sus clientes consideraban mágicas.
El relato de las dos niñas que liberó la policía fue recogido por la prensa de la época con buena dosis de morbo.Tras el delicado nombre de Enriqueta Martí se esconde una de las personalidades criminales más feroces de la historia negra de España. Secuestradora, prostituta, alcahueta, falsificadora, corruptora de menores, pederasta, bruja y asesina son algunas de las actividades que ejerció durante su vida esa mujer a la que el pueblo de Barcelona bautizó como “la Vampira del Carrer Ponent”.
Y todo empezó de una forma bien simple, con un desmentido oficial que trataba de negar la realidad, algo que ha venido sucediendo siempre a lo largo de la historia. El gobernador civil, nada menos que Portela Valladares, trataba de convencer a todos de que era “completamente falso el rumor que se está extendiendo por Barcelona acerca de la desaparición durante los últimos meses de niños y niñas de corta edad que según las habladurías populacheras habrían sido secuestrados…”.Pero el rumor, ese runrún que se extendía por calles y plazas, mercados y patios de vecinos, era completamente cierto. Eran muchos los niños que a diario desaparecían en las grandes ciudades durante aquellos años y los padres, para amedrentar a sus hijos, para hacerlos más precavidos, les contaban tétricos relatos sobre “el hombre del saco”.
Por aquellos días de febrero de 1912, apenas tres años después de la Semana Trágica, la mayor parte de ciudadanos de Barcelona andaban preocupados por la desaparición de una niña de cinco años llamada Teresita Guitart sobre cuyos detalles y circunstancias se estaba extendiendo ampliamente la prensa. Había ocurrido a la caída de la tarde del 10 de febrero en la calle de San Vicente. Ya era casi de noche cuando Ana, la madre de Teresita, se había detenido a la puerta de su domicilio a charlar con una vecina y le soltó la mano a la pequeña en la creencia de que subiría sola hasta el piso. Pero no fue así. Cuando el marido vió llegar a su esposa sin Teresita, preguntó extrañado: “¿Y la nena?”. La buena mujer lanzó un grito y bajó corriendo a la calle, pero ya era demasiado tarde, no había rastro de la niña. Lo que había ocurrido era que Teresita, en lugar de subir a su casa, se alejó un poco, curioseando, y de repente sintió que una mano cogía la suya y que una mujer extraña le decía con acento mimoso: “Ven, bonita, ven, que tengo dulces para ti”. La pequeña, ilusionada, se dejó llevar un trecho, pero, al ver que se alejaba demasiado de donde estaba su madre, soltó su manita y trató de regresar. Demasiado tarde. La desconocida desplegó un trapo negro con el que cubrió por completo a la niña, la agarró en brazos para ahogar sus sollozos y protestas, y se perdió con su presa en las sombras de la noche.
Y Barcelona vivió más de dos semanas con el corazón en un puño pensando en la suerte que habría podido correr la infeliz Teresita Guitart. Todos los esfuerzos policiales resultaron, como casi siempre, nulos. Sería una vecina fisgona, una chafardera, la que descubriría el paradero de la niña desaparecida. Se llamaba Claudina Elías, y un buen día se fijó en la carita de una niña que la miraba a través de los sucios cristales de un ventanuco y le pareció que su expresión era implorante. Era la casa de la vecina del entresuelo, en la que vivía con un niño y una niña, pero el deplorable rostro de aquella criatura de cabeza rapada no le resultaba familiar. “Mira que si se tratara de la desaparecida Teresita”. Se lo comentó al colchonero que tenía la tienda en la misma calle de Poniente (hoy Joaquín Costa) y éste se lo hizo saber al municipal José Asens, quien se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.Y fue éste el que a primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912 llamó a la puerta del entresuelo 1ª del número 29 de la calle de Poniente. Le abrió una mujer que acababa de despertarse.
–Buenos días. Vengo a inspeccionar su domicilio, pues hemos tenido una denuncia de que tiene usted gallinas.
–¿Gallinas? ¿A quién se le ocurre? Eso es mentira.
–Si me permite…
Y el brigada Ribot penetró en el piso descubriendo al fondo del pasillo a dos niñas de corta edad.
La dueña de la casa reaccionó y le dijo que sin una orden del juez no podía pasar. Pero era tarde. Ribot se acercó a la pequeña, que tenía la cabeza rapada.
–¿Cómo te llamas, guapa?
–Felicidad
–¿No te llamas Teresita?
La niña vaciló y acabó diciendo: “Aquí me llaman Felicidad”.
Ribot preguntó a la mujer quién era aquella niña y ella respondió que no lo sabía, que se la había encontrado en la Ronda de San Pablo el día anterior y le había dicho que estaba perdida y que tenía hambre y ella se la había llevado a casa. “La otra es mi hija y se llama Angelita”, añadió. No había ningún rastro del niño que la vecina decía haber visto en repetidas ocasiones.Una vez en la Jefatura de Policía, que entonces estaba en la calle de Sepúlveda y cuyo máximo responsable era José Millán Astray, la secuestradora fue identificada como Enriqueta Martí Ripollés, de 43 años y con antecedentes… por corrupción de menores. Había sido detenida en 1909 en su domicilio de la calle de Minerva, donde descubrieron que tenía un prostíbulo de menores de ambos sexos y de edades que iban desde los cinco hasta los 16 años. Con ella había sido detenido un cliente joven que resultó ser hijo de familia distinguida. Enriqueta fue procesada, pero la causa se perdió en los archivos gracias a las influencias ejercidas por una persona muy conocida y muy poderosa de la ciudad. La vida de Enriqueta Martí estuvo siempre muy relacionada con la prostitución. Ella misma comenzó a ejercerla antes de cumplir 20 años, el día en que se dio cuenta de que siendo criada no se llegaba a ninguna parte. Fornicó en los lupanares de más baja estofa de la zona vieja y marinera de la Puerta de Santa Madrona hasta que un día decidió probar fortuna casándose con un pintor incomprendido y fracasado, Juan Pujaló, un pobre tipo que se alimentaba de alpiste, como los pájaros, porque lo había aprendido en un manual de naturismo. Diez años duró la relación, aunque hasta seis veces se separaron en este periodo. La última y definitiva había sido cinco años antes. Por eso la policía pudo descubrir que Angelita no era hija de Enriqueta porque así lo declaró el infeliz de Pujaló, que explicó que el fracaso de su matrimonio se debía a que “Enriqueta es muy aficionada a los hombres y acostumbra a frecuentar ciertas casas que a mí no me gustan”. Posteriormente, los médicos comprobaron que efectivamente Enriqueta nunca había dado a luz. ¿Quién era, pues, Angelita y dónde estaba el niño que vivía con ella en la calle de Poniente? Enriqueta no fue nada explícita en sus declaraciones y siguió manteniendo que la niña era suya aunque semanas después reconocería que se la había quitado nada más nacer a una cuñada a la que hizo creer que lo había perdido en el parto. En cuanto al niño, explicó que se llamaba Pepito, que tenía cinco años y que se lo habían dejado para que lo cuidara. “Pero como se puso malito lo llevé fuera de Barcelona para que se cure”.
Poco a poco, a base de testigos que se presentaban espontáneamente a declarar, pudo irse trazando la personalidad de la secuestradora. A pesar de que no tenía problemas económicos, solía mendigar y acudía, vestida como una pordiosera y acompañada casi siempre de un niño o una niña, a centros de acogida, conventos, parroquias y asilos pidiendo limosna y comida. Ésta era su ocupación por las mañanas, pero a media tarde salía de su casa elegantemente vestida con sedas y terciopelos y tocada la cabeza con pelucas y sombreros. ¿Qué lugares frecuentaba? ¿A quién visitaba? Las declaraciones de las dos niñas, fundamentalmente la de Angelita, vinieron a demostrar que Enriqueta Martí era mucho más que una alcahueta secuestradora y corruptora de niños. Teresita contó al juez que aquella mujer, nada más llegar al piso, le dijo: “¿Verdad que sientes picor en la cabeza? Anda, hija mía, déjate cortar el pelito y te pondrás buena”.La niña se dejó hacer mientras la mujer le decía que a partir de ahora se iba a llamar Felicidad y que ya no tenía padres y que ella era su madre y que tenía que llamarla “mamá” cuando salieran a la calle. Pero nunca salió a la calle ni le estaba permitido asomarse al balcón o a las ventanas. Le daba mal de comer –patatas y pan duro–; no le pegaba, pero solía darle fuertes pellizcos.
Secuestraba, prostituía y asesinaba a niños para extraerles la sangre, las grasas y el tuétano de los huesos y elaborar pócimas que sus clientes consideraban mágicas.
El relato de las dos niñas que liberó la policía fue recogido por la prensa de la época con buena dosis de morbo.Tras el delicado nombre de Enriqueta Martí se esconde una de las personalidades criminales más feroces de la historia negra de España. Secuestradora, prostituta, alcahueta, falsificadora, corruptora de menores, pederasta, bruja y asesina son algunas de las actividades que ejerció durante su vida esa mujer a la que el pueblo de Barcelona bautizó como “la Vampira del Carrer Ponent”.
Y todo empezó de una forma bien simple, con un desmentido oficial que trataba de negar la realidad, algo que ha venido sucediendo siempre a lo largo de la historia. El gobernador civil, nada menos que Portela Valladares, trataba de convencer a todos de que era “completamente falso el rumor que se está extendiendo por Barcelona acerca de la desaparición durante los últimos meses de niños y niñas de corta edad que según las habladurías populacheras habrían sido secuestrados…”.Pero el rumor, ese runrún que se extendía por calles y plazas, mercados y patios de vecinos, era completamente cierto. Eran muchos los niños que a diario desaparecían en las grandes ciudades durante aquellos años y los padres, para amedrentar a sus hijos, para hacerlos más precavidos, les contaban tétricos relatos sobre “el hombre del saco”.
Por aquellos días de febrero de 1912, apenas tres años después de la Semana Trágica, la mayor parte de ciudadanos de Barcelona andaban preocupados por la desaparición de una niña de cinco años llamada Teresita Guitart sobre cuyos detalles y circunstancias se estaba extendiendo ampliamente la prensa. Había ocurrido a la caída de la tarde del 10 de febrero en la calle de San Vicente. Ya era casi de noche cuando Ana, la madre de Teresita, se había detenido a la puerta de su domicilio a charlar con una vecina y le soltó la mano a la pequeña en la creencia de que subiría sola hasta el piso. Pero no fue así. Cuando el marido vió llegar a su esposa sin Teresita, preguntó extrañado: “¿Y la nena?”. La buena mujer lanzó un grito y bajó corriendo a la calle, pero ya era demasiado tarde, no había rastro de la niña. Lo que había ocurrido era que Teresita, en lugar de subir a su casa, se alejó un poco, curioseando, y de repente sintió que una mano cogía la suya y que una mujer extraña le decía con acento mimoso: “Ven, bonita, ven, que tengo dulces para ti”. La pequeña, ilusionada, se dejó llevar un trecho, pero, al ver que se alejaba demasiado de donde estaba su madre, soltó su manita y trató de regresar. Demasiado tarde. La desconocida desplegó un trapo negro con el que cubrió por completo a la niña, la agarró en brazos para ahogar sus sollozos y protestas, y se perdió con su presa en las sombras de la noche.
Y Barcelona vivió más de dos semanas con el corazón en un puño pensando en la suerte que habría podido correr la infeliz Teresita Guitart. Todos los esfuerzos policiales resultaron, como casi siempre, nulos. Sería una vecina fisgona, una chafardera, la que descubriría el paradero de la niña desaparecida. Se llamaba Claudina Elías, y un buen día se fijó en la carita de una niña que la miraba a través de los sucios cristales de un ventanuco y le pareció que su expresión era implorante. Era la casa de la vecina del entresuelo, en la que vivía con un niño y una niña, pero el deplorable rostro de aquella criatura de cabeza rapada no le resultaba familiar. “Mira que si se tratara de la desaparecida Teresita”. Se lo comentó al colchonero que tenía la tienda en la misma calle de Poniente (hoy Joaquín Costa) y éste se lo hizo saber al municipal José Asens, quien se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.Y fue éste el que a primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912 llamó a la puerta del entresuelo 1ª del número 29 de la calle de Poniente. Le abrió una mujer que acababa de despertarse.
–Buenos días. Vengo a inspeccionar su domicilio, pues hemos tenido una denuncia de que tiene usted gallinas.
–¿Gallinas? ¿A quién se le ocurre? Eso es mentira.
–Si me permite…
Y el brigada Ribot penetró en el piso descubriendo al fondo del pasillo a dos niñas de corta edad.
La dueña de la casa reaccionó y le dijo que sin una orden del juez no podía pasar. Pero era tarde. Ribot se acercó a la pequeña, que tenía la cabeza rapada.
–¿Cómo te llamas, guapa?
–Felicidad
–¿No te llamas Teresita?
La niña vaciló y acabó diciendo: “Aquí me llaman Felicidad”.
Ribot preguntó a la mujer quién era aquella niña y ella respondió que no lo sabía, que se la había encontrado en la Ronda de San Pablo el día anterior y le había dicho que estaba perdida y que tenía hambre y ella se la había llevado a casa. “La otra es mi hija y se llama Angelita”, añadió. No había ningún rastro del niño que la vecina decía haber visto en repetidas ocasiones.Una vez en la Jefatura de Policía, que entonces estaba en la calle de Sepúlveda y cuyo máximo responsable era José Millán Astray, la secuestradora fue identificada como Enriqueta Martí Ripollés, de 43 años y con antecedentes… por corrupción de menores. Había sido detenida en 1909 en su domicilio de la calle de Minerva, donde descubrieron que tenía un prostíbulo de menores de ambos sexos y de edades que iban desde los cinco hasta los 16 años. Con ella había sido detenido un cliente joven que resultó ser hijo de familia distinguida. Enriqueta fue procesada, pero la causa se perdió en los archivos gracias a las influencias ejercidas por una persona muy conocida y muy poderosa de la ciudad. La vida de Enriqueta Martí estuvo siempre muy relacionada con la prostitución. Ella misma comenzó a ejercerla antes de cumplir 20 años, el día en que se dio cuenta de que siendo criada no se llegaba a ninguna parte. Fornicó en los lupanares de más baja estofa de la zona vieja y marinera de la Puerta de Santa Madrona hasta que un día decidió probar fortuna casándose con un pintor incomprendido y fracasado, Juan Pujaló, un pobre tipo que se alimentaba de alpiste, como los pájaros, porque lo había aprendido en un manual de naturismo. Diez años duró la relación, aunque hasta seis veces se separaron en este periodo. La última y definitiva había sido cinco años antes. Por eso la policía pudo descubrir que Angelita no era hija de Enriqueta porque así lo declaró el infeliz de Pujaló, que explicó que el fracaso de su matrimonio se debía a que “Enriqueta es muy aficionada a los hombres y acostumbra a frecuentar ciertas casas que a mí no me gustan”. Posteriormente, los médicos comprobaron que efectivamente Enriqueta nunca había dado a luz. ¿Quién era, pues, Angelita y dónde estaba el niño que vivía con ella en la calle de Poniente? Enriqueta no fue nada explícita en sus declaraciones y siguió manteniendo que la niña era suya aunque semanas después reconocería que se la había quitado nada más nacer a una cuñada a la que hizo creer que lo había perdido en el parto. En cuanto al niño, explicó que se llamaba Pepito, que tenía cinco años y que se lo habían dejado para que lo cuidara. “Pero como se puso malito lo llevé fuera de Barcelona para que se cure”.
Poco a poco, a base de testigos que se presentaban espontáneamente a declarar, pudo irse trazando la personalidad de la secuestradora. A pesar de que no tenía problemas económicos, solía mendigar y acudía, vestida como una pordiosera y acompañada casi siempre de un niño o una niña, a centros de acogida, conventos, parroquias y asilos pidiendo limosna y comida. Ésta era su ocupación por las mañanas, pero a media tarde salía de su casa elegantemente vestida con sedas y terciopelos y tocada la cabeza con pelucas y sombreros. ¿Qué lugares frecuentaba? ¿A quién visitaba? Las declaraciones de las dos niñas, fundamentalmente la de Angelita, vinieron a demostrar que Enriqueta Martí era mucho más que una alcahueta secuestradora y corruptora de niños. Teresita contó al juez que aquella mujer, nada más llegar al piso, le dijo: “¿Verdad que sientes picor en la cabeza? Anda, hija mía, déjate cortar el pelito y te pondrás buena”.La niña se dejó hacer mientras la mujer le decía que a partir de ahora se iba a llamar Felicidad y que ya no tenía padres y que ella era su madre y que tenía que llamarla “mamá” cuando salieran a la calle. Pero nunca salió a la calle ni le estaba permitido asomarse al balcón o a las ventanas. Le daba mal de comer –patatas y pan duro–; no le pegaba, pero solía darle fuertes pellizcos.
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