Todo inició en una pequeña localidad de la campiña inglesa, llamada Tetbury. Donde hace muchos años vivió Mary Ann Sawford, una chica hermosa, de cabellera dorada, cuerpo escultural y rostro perfecto. A pesar de lucir como un ángel, Mary Ann estaba muy lejos de serlo, pues cargaba dentro de sí un alma insensible y cruel, cuya soberbia y arrogancia sin límites la llevaron a sentirse superior a los demás, ganándose así el odio de las chicas del pueblo.
Mary Ann encontraba gran placer molestando a Elizabeth, una chica jorobada que había soportado su crueldad por años. Pero llegó el día, en que las bromas superaron la paciencia de Elizabeth, y decidida a no sufrir más humillaciones por parte de Mary Ann, la castigó arrojándole aceite hirviendo sobre la cara.
Mary Ann sobrevivió a tal venganza, pero hubiese preferido no hacerlo, ya que pagó un precio muy alto. Su cara angelical había quedado brutalmente desfigurada, tenía quemaduras en el pecho y el cuello, también perdió parte de su reluciente melena. A pesar del brutal episodio, Mary Ann conservó la vista, y al observar su nuevo aspecto tan monstruoso, pasó toda la noche gritando, emitiendo alaridos tan desgarradores que robaron el sueño de cada uno de los habitantes de Tetbury.
Después de lo sucedido, ella no volvió a ser la misma. Presa de la locura, cubrió todo aquello que mostrara su horrendo rostro, y se negó a recibir visitas. Hasta que llegó el día en que no pudo resistir más, se encontró de frente con su monstruosa imagen, al destapar un espejo, el cual rompió luego para cortarse las venas con uno de los pedazos. Su cuerpo sin vida fue encontrado desangrado sobre el espejo roto, y al momento del entierro, nadie acudió al cementerio, fue enterrada en total soledad.
Al pasar los años, se extendió el rumor de que su espíritu permanece penando y se le puede invocar. Solo hay que escribir Mary Ann en un espejo antes de acostarse y en completa soledad. La mañana siguiente el espejo estará roto y en lugar de tu reflejo, te encontrarás con el rostro quemado de Mary Ann que te vigilará mientras peina con delicadeza el poco pelo que le queda.
Podrás creer que se trata solo de alucinaciones, pero, de pronto estará en todas partes, en el cristal de la ducha, el vidrio de la ventana, la pantalla del ordenador o de tu teléfono… en tus sueños… y nadie más que tú podrá verla.
Te seguirá por cada rincón, no hay lugar donde puedas esconderte, sin que ella se robe tu reflejo para mostrarte su horrendo rostro y si acaso rompes el objeto donde ella se aparece… no encontrarás paz, solamente el final, porque ¡ese día morirás!, tal como lo hizo ella años atrás.
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