martes, 25 de julio de 2017

Gente que penetra en el pasado - El restaurante "Las Perdices"

«Trabajé una noche hasta muy tarde -relató una persona en una reunión-, y conducía mi coche por la ruta acostumbrada, cuando de repente dejé de reconocer todo lo que me rodeaba.

¡Diantre! dije para mis adentros. ¿Me habré equivocado de camino?

Pero llevaba varios años viviendo en aquel distrito por lo que lo conocía bien. Además, no había doblado ninguna curva, ni me había internado por ninguna callejuela lateral.

Todo, en torno mío, estaba callado. Bien, puse en marcha la radio y sólo oí ruidos estáticos. Sólo había otro coche a la vista, bastante viejo, aparcado delante de un restaurante llamado "Las Perdices".

Cuando llegué al cruce tuve la sensación de estar pasando por en medio de agua helada. A partir de aquel lugar volví a reconocer cuanto me rodeaba. Supe dónde estaba de manera perfecta.

Lo más gracioso es que he recorrido la misma ruta millares de veces y jamás he visto un restaurante llamado "Las Perdices". He preguntado donde trabajo pero nadie ha oído ese nombre, ni cree nadie que exista en toda la población.

Y ahora pregunto: ¿conduje aquella noche dentro de otra dimensión o lo hice por la misma calle que llevo recorriendo todos esos años? Y lo cierto es que rotundamente no estaba bebido.»


De cuando en cuando, por algún medio todavía desconocido, algunos individuos se hallan de repente en lugares o escenas del pasado. Pero esto obliga a formular muy variadas preguntas. Por ejemplo: si vuelve el pasado ¿a dónde va el presente?

Si la persona cuyo relato he transcrito condujo por una calle que había existido varios años antes ¿por dónde y a dónde desapareció la calle actual? ¿O es posible que una dimensión de tiempo actúe simultáneamente, paralela o interiormente, con otra?

Otra cuestión planteada innumerables veces en las obras de ciencia ficción: ¿puede alguien de otra dimensión, suponiendo que existan, interrelacionarse con otra de una diferente dimensión temporal? ¿Qué hubiese sucedido si la persona del anterior relato hubiese sufrido un choque, por ejemplo, y hubiera atropellado a un individuo de un período anterior en el tiempo al de aquel que iba conduciendo?

En casi todos los viajes al pasado, los habitantes del período anterior no parecen darse cuenta en absoluto de los que pertenecen al presente, quienes pueden, por ejemplo, presenciar una batalla histórica o una feria popular. Es como si el observador no penetrara en el pasado sino que, de manera inexplicable, al menos por ahora, una escena del pasado fuese evocada con detalles fotográficos, como si se tratase de una película etérea, activada y proyectada en una pantalla irreal.

Si la energía, como la materia, es indestructrible, las vibraciones de cada palabra, de cada acto psíquico realizado, pueden resonar como un eco infinito en el éter. Del mismo modo que las emociones de algunas personas a veces puede parecer que permean una habitación o una casa, produciendo un «fantasma» visto solamente por aquellos que poseen afinidad telepática, ciertas escenas del pasado, con carga emocional, pueden quedar impresas en el éter psíquico, y ser evocadas fotográficamente por aquellos individuos que poseen la debida sintonización. Casi todo el mundo ha observado que algunos locales poseen una «atmósfera» propia, creada a través de los años, y esas auras podrían provocar sensaciones bien definidas de inquietud, felicidad, temor o relajación.

Pero si tales viajes al tiempo pasado no son más que una especie de fantasmagoría cinematográfica, resultan por otra parte tremendamente sólidos, y no son solamente las irrealidades tenues y evanescentes de las visiones fantasmales comunes hasta cierto punto. Hay testimonios de personas que han penetrado en oficinas de otra era, que han ido por caminos inexistentes y que han presenciado batallas y peleas ocurridas hace cientos de años.

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