para mí eran sus ojos los que conseguían tal hazaña.
No había primavera si no era por el brillo de su sonrisa,
el verano no llegaba si él no iluminaba los días con su mirada,
el otoño era perfecto para ver como el sol iluminaba sus cabellos con sus últimos rayos del atardecer
y sólo llegaba el invierno cuando no lo podía ver.
Abrahel
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